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Nonamed (1986) Dinamic

Aquella noche en el castillo de Alucard hacía mucho frío. Las primeras nieves del invierno habían hecho acto de presencia en el valle e incluso los osos habían comenzado su letargo. Si quería ser caballero del rey no me quedaba otra opción que pasar las peligrosas pruebas que me habían encomendado. Abdul Honeickam Gargoy quería la mejor guardia para su reino, y no dejaría que ningún mediocre impostor se colara entre sus vasallos. Debía demostrar de qué pasta estaba hecho y salir del Castillo sin nombre con vida.

Un habitante de la baja Sajonia, como era mi caso, no iba a amedrentarse por los eternos rumores sobre los ogros y esqueletos andantes que pululaban por allí. Por lo visto el mago Nilrem había convertido en horrendas criaturas a todos aquellos que no habían sido capaces de pasar tan ardua prueba. Muchos más peligros me aguardarían, como el Dragón escupidor de fuego, quien podría acabar conmigo si no conseguía rápidamente el hechizo del mago. Para hacerme con él, tendría que recolectar ciertas calaveras diseminadas por las estancias del castillo y llevárselas todas al hechicero. De ésta manera podría derrotar al monstruo alado y conseguir la llave hacia la puerta de salida.

Pero muchas más aventuras me esperaban, porque también debía hallar la Fuente Sagrada, cuya ubicación se encontraba en los jardines interiores del castillo. Se trataba de un líquido elemento vigorizante, capaz de atribuir a quien la bebiese de capacidades sobrehumanas, tales como un salto que me haría llegar a lugares en apariencia inaccesibles. No era la hora de acobardarse, tenía que realizar todas aquellas acciones y demostrarle al rey que era un caballero digno de entrar en las filas de su guardia personal.

El castillo era lóbrego y siniestro. Sus cortinas roídas desenmascaraban una plaga real de ratones y las maderas crujientes del suelo hacían que todo sonase a viejo y destartalado. Pero eso no era lo más desagradable, lo realmente desalentador era ese olor a fétido que se había instalado en el ambiente, seguramente debido a que siempre había permanecido cerrado durante largo tiempo. ¿O quizás era el olor de la muerte?

A todo ese escenario de pesadilla, también contribuían los grandes ventanales de vidrieras, con dibujos que evocaban aquelarres de brujas, vampiros y seres de ultratumba. Las banderolas que colgaban del techo, de color rojo y con una cruz negra en su interior también ayudaban a enrarecer el lúgubre lugar. El mobiliario era muy austero, con sólo algunas mesas y sillas repartidas por sus cuatro pisos, columnas de un gran grosor, pequeñas ventanas, antorchas ancladas a las paredes y una serie de cuerdas por las que tendría que trepar y acceder al piso superior o bajar, según necesitase. La exploración del lugar sería toda una aventura en sí misma.

No recuerdo cómo me arrojaron al Castillo sin nombre, pero lo que sí es cierto es que al aparecer tumbado en el suelo, pude escuchar una melodía de las que sonaban en las fiestas de mi aldea. Permanecí parado, pues los músculos no respondían a mi voluntad. Sólo hasta que no cesó el sonido de la música, no pude ponerme en pie y comenzar a caminar. En aquel momento, una voz surgida de un sitio indeterminado me conminó a usar mis habilidades: “Usa tus piernas, aplica tus conocimientos en artes marciales”.

¡Claro, esa era la clave! Debía usar los rápidos movimientos de mis patadas para enfrentarme a los enemigos que sabía que pululaban por allí. Ahora que conocía de qué manera defenderme, estaba listo. Y no pasó mucho hasta que vi aparecer al primer habitante del fantasmagórico castillo de Alucard. Allí estaba, era un ogro de color verde, con un gran gorro y unas zarpas que pretendían apresarme para convertirme en su cena de aquella noche. Sin esperar un segundo, extendí mi pierna y le asesté una patada con la que le reduje a cenizas. De un solo golpe había acabado con aquel esperpento de tres al cuarto. Parecía fácil, la verdad, pero pronto salí de mi error cuando se abalanzaron sobre mí varios objetos que volaban por los amplios corredores de aquella fortaleza. Sables y pajarracos inmundos querían acabar conmigo, pero pude esquivarlos con soltura y no sucumbir a su amenaza. Al igual ocurría con otros objetos y seres espectrales, como por ejemplo los innumerables esqueletos, que parecían surgir de sus tumbas y vengarse de su aciago destino. Los barriles de vino también parecían querer arrastrarme y hacerme desaparecer, pero era tan sencillo librarse de ellos como saltar por encima con mis saltos. En alguna ocasión fui alcanzado por algún objeto, pero como por arte de magia mi cuerpo volvía a regenerarse. De nuevo la voz del más allá volvió a pronunciarse: “¡Cuidado, te quedan cuatro vidas más, no las desaproveches!”. Pero, ¿qué clase de conjuro hacía que oyese esas voces y cuál era el porqué de mi resurrección? Aquel castillo estaba encantado de veras, no había otra posibilidad.

Tan pronto como encontré al mago Nilrem, una vez recolectadas las calaveras de todas las estancias, pude ofrecérselas e intercambiar con él un hechizo que, según me dijo, me daría fuerza para acabar con el Dragón de las mazmorras. Al fin y al cabo no todo iban a ser desventajas, ahora sabía que podía evitar el fuego de esa maldita bestia. No podía perder tiempo, una vez más, y sorteando cientos de enemigos y objetos, pude dirigirme hacia los aposentos del gigantesco reptil. Una vez que estuve en su presencia, tan sólo me bastó aproximarme hacia él y lanzar el hechizo de Nilrem para acabar con su imponente figura, que se vio reducida a un amasijo de carne y desapareció. De repente, muy despacio y con un solemne silbido, fue descendiendo desde el techo una llave de color verde con un brillo especial que cegó mis ojos durante unos segundos. Después aquel fulgurante destello se fue apagando y pude recogerla, puesto que aún se encontraba levitando a unos palmos del suelo. Ahora, con toda la rapidez que pudieron darme mis piernas, tuve que correr como alma que lleva el diablo para encontrar la salida. Tenía la llave, así es que mi próximo objetivo se basaba en encontrar la puerta que me sacara de aquel esperpéntico lugar. Recorrí de nuevo aquellos terroríficos pasadizos atestados de indeseables criaturas y, por fin, pude reparar en una vasija, justo aquella que se encontraba en el comienzo de mi aventura. Con una certera patada pude destrozar su parte más alta e introducirme en su interior. Para mi sorpresa, pude ver un pasadizo que me conduciría hasta la puerta principal del castillo. No había duda, aquí es donde debía utilizar la llave. Al menos mis esfuerzos no habían sido en vano, el rey Abdul me esperaba para reunirme con él y así convertirme en su más útil lacayo. ¿Cuál sería mi próximo objetivo? ¿Quizás su bella e inteligente hija? ¡A por ella!

Nonamed es uno de los videojuegos desarrollados por Dinamic en los que participó Ignacio Abril en su programación allá por el año 1986. De hecho fue el primero que realizó para la compañía y fue ayudado por los hermanos Javier y Manuel Cubedo en los gráficos y la música, respectivamente. Tomás Ledo también intervino en el apartado del sonido. La portada del juego es otro de los grandes logros, puesto que es una creación de Alfonso Azpiri, caratulista de la Edad de Oro del software español muy conocido por todos los amantes de los videojuegos clásicos. Nonamed es una vídeo-aventura en la que la acción tiene un lugar destacado, ya que debemos reaccionar a los diferentes desafíos con gran rapidez y habilidad. El aspecto gráfico del programa está muy bien cuidado, no siendo así el apartado del movimiento que peca de ser algo tosco. La música tan sólo hace aparición en el menú inicio y los sonidos del juego no destacan por su calidad, siendo testimoniales y apareciendo en ciertos momentos como al derribar a los enemigos o al perder una vida. Aun así, éste título merece una oportunidad por lo bien conseguida que está su ambientación y lo adictivo que puede llegar a convertirse pasado un tiempo de juego, en parte debido a su dificultad, un tanto elevada.

Buen juego de Dinamic correcto en todos sus apartados.

Gráficos - 80%
Movimiento - 71%
Sonido - 70%
Jugabilidad - 74%
Adicción - 76%

74%

Si bien nos encontramos ante un juego que no destaca en ninguno de sus apartados sí podemos afirmar que es más que correcto y que funciona a la perfección en su propuesta.

User Rating: No Ratings Yet !

Deckard

Nacido en la provincia de Toledo a últimos de los setenta, siempre le han atraído las pantallas destellantes con gráficos ochobiteros. Comenzó en esto de la informática con un Spectrum +2A y, desde ese momento, ya no se ha despegado del mundo de los videojuegos. Gestiona el blog Coliseo Digital, pero a veces le dejan colaborar en otras webs y revistas del mundillo. En El Mundo del Spectrum ejerce de "juntaletras" realizando análisis de títulos antiguos y modernos, intentando siempre poner el corazón en todo lo que escribe. En su vida cotidiana es un fervoroso seguidor del Rock y no falta nunca un buen hilo musical mientras idea sus nuevos artículos.

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13 comentarios

  1. Que buenos recuerdos. Este fue el primer juego que cargué en mi +3 el día que me lo compraron y de los pocos juegos de Dinámic que eran relativamente fáciles de acabar si le cojías el truco.

    De puti…

  2. La verdad es que Nonamed tenía algo especial en su planteamiento. No deja de ser un videojuego de habilidad, en el que casi toda la acción se basa en evitar obstáculos y, aunque pareciese repetitivo, su ambientación lo hacía muy interesante.

    Un saludo.

  3. Buen juego, y en realidad bastante asequible una vez que te hacías con los controles… salvo por que había que ser adivino para encontrar la salida. ¡No me di pocas vueltas hasta que un piadoso amigo me sopló lo de la patadita en la vasija!

  4. Para mi éste título, Phantis, Saimazoom, Babaliba y Sgrizam son los únicos que se podían abordar (y terminar) sin grandes esfuerzos. Recuerdo habérmelo terminado en unas pocas partidas, cosa rara, o muy rara, tratándose de un juego de Dinamic.

    A mi me gustó un montón y sigue siendo uno de esos juegos a lo que profeso un cariño especial.

    …De puti…

    Jejejejeje

  5. Jej a este juego le tengo un cariño especial. Recuerdo cuando vi los primeros pantallazos (sería en la microhobby) y sus gráficos y ambientanción me dejaron atontado. Cuando luego tuve la oportunidad de jugar mis expectativas se vieron algo defraudadas . En efecto, los gráficos y la ambientación simplemente magistrales. El mago, el enorme y precioso dragón, la fuente de la eterna juventud o nuestro protagonista destilan magia. Lo que no acabó de convencerme de este juego es el movimiento tan tosco y la dificultad, para mí algo elevada, aunque si es verdad que si se le echaba tiempo podías avanzar. Otro punto a su favor es la preciosa melodía en el menú de inicio y ni que decir tiene la magistral portada del juego a cargo del genio Azpiri (quizá mi favorita) incluyendo la pantalla de carga. Ya con los emuladores pude completarlo y ver el final, algo insulso pero bueno, al menos tenía final.

  6. La primera impresión al cargar el juego fue muy buena. Como se dice en el análisis, logra una buena ambientación, con buenos gráficos y gran colorido. Pero falla lo de los controles y el movimiento. Se pudieron esmerar más en estas dos cosas y hubiéramos tenido un clásico.

  7. – Me ha encantado la review amigo Deckard!!! Un texto muy atractivo. Enhorabuena.

    En cuanto al juego, siempre era de esos que veías la pantalla de carga, te "flipabas" y luego jugabas 5 minutos. Luego, claro, tocaba cargar "Target Renegade". 😉

  8. Hola,
    este juego me encanta en general, por la magia que desprende, la ambientación es fantástica, ya desde el momento en el que abres el estuche de la cinta y comienzas a leer las instrucciones, siempre me ha hecho gracia el detalle de usar nombres al revés, mago Nilrem, o Kid Saguf en Dustin como otro ejemplo, el detalle y cuidado de la presentación de sus videojuegos creo que ha sido un sello de identidad de Dinamic, que siguen manteniendo en los editados por su empresa actual, lo cual los hace especiales.
    Qué opináis sobre este aspecto?, es decir, el cuidado en la presentación, que te hace sumergirte en la historia del juego incluso antes de cargarlo en tu ordenador!.
    Saludos!

  9. Hombre, siempre una buena presentación, unas instrucciones cuidadas, bien escritas (pero tampoco eternas), una carátula atractiva en un embalaje bonito, y todo eso, cuenta de forma muy favorable a la hora de encarar el juego. Lo malo es que éste sea decepcionante, claro.
    Sobre "Nonamed", pues diré que es un juego que nunca ha despertado en mí demasiadas pasiones. Tiene sus puntos destacables, por supuesto, pero en general se me antoja como un juego simplemente pasable.

  10. Este juego junto con Camelot Warriors crisparon mis nervios hasta el punto de dejar de jugar a ellos porque después de la larga carga, siempre quedaba en el mismo lugar o avanzaba hasta donde siempre.

    A pesar de la tírria que les tengo, creo que técnicamente son buenos programas. Cabe destacar que, aunque actualmente en Nonamed avanzo algo más, en Camelot Warriors, a mis 35 pirulos, sigo quedando atascado exactamente en el mismo lugar que cuando tenía ocho, ¡aaarrrgh!
    Aqui querría ver yo a la generación de Sonic y SuperMario…

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