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Monty Python´s Flying Circus (1990) Core Design Ltd

En ocasiones uno se para a pensar cómo nuestra máquina favorita acumuló títulos de cortes tan dispares y singulares, algo que hoy día no es tan usual. Eran otros tiempos, las licencias eran en muchos casos simples amenazas sin poder real y los cerebros de los programadores echaban humo fruto de una imaginación desbordada que trataba de dar una limitación pixelada a sus propios mundos interiores en el despegue del videojuego. Y en estas el circo llegó a la ciudad. No era un circo cualquiera, era el circo ambulante de los Monty Python, un lugar donde la lógica siempre estuvo en eterna disputa con un total sentido de lo absurdo. Un lugar donde no hay reglas, vencedores ni vencidos, sólo risas, poco sentido de la vergüenza y toneladas de ingenio. El ZX Spectrum fue posiblemente el caldo de cultivo perfecto para dar luz a un capítulo más en la pródiga producción de los universales humoristas británicos pues se trataba de una plataforma patria, simple, con gran popularidad y abierta (como su ingente catálogo ha demostrado) a nuevas experiencias. El monstruo comercial de Sir Richard Branson, la también británica Virgin, se hizo cargo del lanzamiento atribuyendo a Core Design la creación de la criatura. La casa ya dejó muestras de su buen hacer con un puñado de juegos en el que sobresalía el gran Rick Dangerous, así que todo quedó preparado para tan singular lanzamiento en 1990.

<I> Monty Python. De izquierda a derecha: Terry Gilliam,Terry Jones, John Cleese , Michael Palin, Graham Chapman y Eric Idle. </I>‘ title=’<I> Monty Python. De izquierda a derecha: Terry Gilliam,Terry Jones, John Cleese , Michael Palin, Graham Chapman y Eric Idle. </I>‘ border=’0’ /></P><P class=Antes de nada convendría partir de cero y echar la vista atrás. ¿Quiénes o qué son Monty Python? Esta fue la misma pregunta que me hice cuando el juego cayó en mis manos. Detrás de tan peculiar nombre se esconde un sexteto de comediantes, humoristas, guionistas, actores, directores y productores que revolucionaron el panorama audiovisual televisivo y cinematográfico durante muchos años a base de ingeniosos y divertidos proyectos. Curiosamente dos de las universidades más importantes de Inglaterra, Oxford y Cambridge, acunaron buena parte de la formación de los Python. Michael Palin y Terry Jones coincidieron en un grupo de teatro estudiantil en Oxford mientras que John Cleese y Graham Chapman acercaron posturas en Cambridge. Eric Idle, también estudió en esta última aunque un año más tarde. Terry Gilliam, el único miembro no británico y de origen norteamericano, conoció a Cleese en Nueva York. La labor en común de los integrantes sobre los escenarios y la puesta en escena de varias obras les valió la concesión de un programa propio por parte de la televisión inglesa. Es así como comienza la estelar carrera de Monty Python's Flying Circus, un programa cómico irreverente y anárquico que, a través de episodios de 30 minutos, trasladó a los televisores ingleses una serie de sketches tan desternillantes como originales a lo largo de cuatro temporadas de emisión, desde finales de 1969 hasta 1974.

<I> Un cerebro andante nos acompañará en los primeros compases del juego.</I>‘ title=’<I> Un cerebro andante nos acompañará en los primeros compases del juego.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=Un año después de la aventura circense los locos Python se embarcaron en su segundo largometraje: Los caballeros de la mesa cuadrada (Monty Python and the Holy Grail) una divertidísima parodia de la leyenda artúrica. La producción cinematográfica no terminó ahí. En 1979 salía a la palestra La vida de Brian (Monty Python's life of Brian), el que quizá sea su largometraje más conocido. En esta ocasión los Python retroceden a los últimos días de un supuesto mesías judío llamado Brian cuya existencia coincide con la de Jesucristo. En lo que a religión se refiere los británicos decidieron dar duro y a la encía. Ya en los ochenta El sentido de la vida (Monty Python's the meaning of life) puso la guinda al pastel con un batiburrillo de sketches en torno al ciclo vital que nadie debería perderse. Posteriormente los integrantes del sexteto trabajaron en varios proyectos cinematográficos y teatrales, ya fuera detrás o delante de las cámaras / bambalinas con mejores o peores resultados. Y así hasta 1989, año en el que Graham Chapman nos dejaba.

<I> Mr Gumby en su versión «pez» a través de uno de los escenarios presentes en la cabecera del programa.</I>‘ title=’<I> Mr Gumby en su versión «pez» a través de uno de los escenarios presentes en la cabecera del programa.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=Uno año antes de la aparición de Monty Python Flying Circus (MPFC) Graham Chapman ya había fallecido. Monty Python dejaron de existir en ese mismo momento a pesar de llevar varios años inactivos como formación, no a nivel individual. He de admitir que no recuerdo cómo demonios llegó este título a mis manos en aquel lejano 1990. Lo que sí recuerdo es que no tenía ni idea de qué era Monty Python aunque eso no era problema. Y ahora llega la gran pregunta… ¿Qué puede ofrecer un juego con la etiqueta Monty Python por bandera? No, no seremos protagonista en ningún sketch, ni blandiremos Albion buscando el grial ni tampoco discutiremos con un romano las declinaciones latinas. El equipo de Core Design se valió de la hilarante iconografía de la serie británica para sacarse de la manga un plataformas cojonudo con mucho sentido del humor.
No podemos olvidar que buena parte de la imaginería Python (de corte ciertamente pop) lleva la firma de Terry Gilliam. El americano se valió de fotos de la era victoriana, objetos con tamaños descomunales (como el enorme pie), mostachos y barbas, mucho color mezclado con el blanco y negro más antiguo así como otros elementos gráficos para desarrollar una iconografía propia y singular que sin duda tuvo cierta influencia en series de animación como The Simpsons o South Park, todo ello aderezado con animaciones absurdas e ininteligibles.

<I> Los niveles dejan ver toda la imaginería creada por Terry Gilliam.</I>‘ title=’<I> Los niveles dejan ver toda la imaginería creada por Terry Gilliam.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=Una vez cargado, el programa nos pone a prueba para asegurar que jugamos con el original; de esta manera habremos de echar un vistazo a la tabla de quesos que incluía el juego para poder degustarlo mmm…
Y pasando ya al juego en sí, el protagonista de la aventura es Mr Gumby, uno de los personajes creados e interpretados por el sexteto en varios sketches (como el del famoso «My brain hurts«) y que no goza de muchas neuronas en su cerebro. Sus lentes y un singular pañuelo en cabeza dan al personaje cierto toque además de una camisa remangada hasta los codos y unas botas sobre piernas casi desnudas. El aspecto de este singular engendro se verá afectado a lo largo del juego ya que en algunos niveles el señor Gumby adquiere la forma de un pez, un ave o incluso una bota.
Nuestro protagonista, armado con peces a modo de proyectil, debe adentrarse en el loco mundo Python sorteando trampas, agujeros, abismos, enemigos de todo tipo, así como un sinfín de obstáculos para llegar a nuestro destino final que no es otro que la recolección de las cuatro partes que componen el cerebro de Mr Gumby. Cuatro es también el número de niveles que tiene la aventura que empieza de manera singular: comenzamos a pie por un sórdido paraje con algunos enorme pies bocabajo mientras un cerebro nos persigue. A partir de aquí una sucesión hilarante de enemigos y situaciones cómicas que disfrutar.

<I> Una de las bazas del juego es la variedad de enemigos y jefes finales.</I>‘ title=’<I> Una de las bazas del juego es la variedad de enemigos y jefes finales.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=Para empezar, nuestro contador de puntos empieza en el máximo y debemos alcanzar el mayor número de puntos para intentar bajar ese marcador a 0, es decir tenemos que restar y no sumar. Algunos niveles dejan jugar un plataformas con clara influencia de los arcades de la época y otros ofrecen un shoot'em up singular y divertido, todo aderezado con la típica iconografía Python de su famoso programa de televisión. En su recorrido en pos del cerebro perdido Mr Gumby podrá acceder a algunas salas ocultas con numerosos botines de puntos o también algunas latas de SPAM, término de uso común en el mundo de la informática desde hace muchos años y cuyo origen debemos, curiosamente, a los locos Python (bendito jamón con especias enlatado). Por cada 16 latas de SPAM podremos recuperar una parte de nuestro añorado cerebro, así hasta que recuperemos las cuatro partes del mismo.

<I> Un simpático reconocimiento gastronómico bastará para poder empezar la partida. Eso sí, no olvides tu tabla de quesos.</I>‘ title=’<I> Un simpático reconocimiento gastronómico bastará para poder empezar la partida. Eso sí, no olvides tu tabla de quesos.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=En términos gráficos MPFC reúne muchas y buenas razones (85/100). Los sprites son graciosos y están bastante conseguidos, todo ello sin desdeñar su considerable tamaño, especialmente el de Mr Gumby. Hay multitud de enemigos y varios jefes finales por lo que la iconografía Python queda bien cuantificada y retratada. Tanta variedad queda perfectamente integrada en unos escenarios bien ejecutados y con un uso del color igualmente efectivos. En algunos tramos el colorido es bícromo mientras que en otros adquiere mayor presencia a través de un uso muy cuidado y una distribución acertada. Un gran trabajo el de los chicos de Core Design.

Por si fuera poco, el movimiento del protagonista es ciertamente suave y el control del mismo lo suficientemente afinado y efectivo a pesar del tamaño del sprite y las diferentes condiciones físicas en las que se maneja el protagonista (algún nivel bajo agua, por ejemplo). En determinadas partes del mapeado el juego tira de scroll aunque un tanto brusco, no así en otras zonas donde el desarrollo de la aventura tiene lugar pantalla a pantalla. Core Design nos deja otra muesca de calidad en este apartado (80/100).

<I> Cuidado con los conejos, podrías perder tu cabeza como ya hiciera algún caballero del rey Arturo.</I>‘ title=’<I> Cuidado con los conejos, podrías perder tu cabeza como ya hiciera algún caballero del rey Arturo.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=Si algo se echa de menos en MPFC es la reproducción de alguna melodía in-game. Al menos una vez cargado el juego podemos disfrutar de la misma melodía de cabecera del famoso programa, bastante conseguida por cierto. Durante la partida algunos efectos bien conseguidos nos acompañaran aunque la falta de música desmaquilla un poco el resultado final de la obra (75/100).

La dificultad del juego está bastante bien ajustada (90/100). MPFC requiere un poco de paciencia pero el hábito y la corrección de errores tendrán resultado de cara a un avance en la aventura. Son sólo cuatro los niveles, cada uno de su padre y de su madre, pero terminar el juego nos llevará un buen rato.

<I> Mr Gumby en versión bota.</I>‘ title=’<I> Mr Gumby en versión bota.</I>‘ border=’0’ /></P><P class=Para terminar de valorar este título destacar que sin ser una propuesta deslumbrante cumple dignamente en lo que a originalidad se refiere (70/100). Son muchos los detalles que hacen de este título algo especial, las transiciones de plataforma a shoot'em up quedan bien, la aparición de trampas, niveles dinámicos y variados, tesoros que desbloquear, salas ocultas, varios monstruos finales así como la novedad de mostrar por primera vez en un videojuego el mundo Python.

Your Sinclair Rock'n'Roll years no duda en endosarle un 90/100 a la obra de Core Design: «Monty Python's Flying Circus is one deliciously surreal arcade adventure». La publicación Crash en cambio lo deja en un discreto 76/100 atribuyendo que el juego deja de interesar rápidamente tras unos minutos. Microhobby también tuvo la oportunidad de ensalzar de manera efectiva las virtudes de MPFC con un 91/100:«original, alocado, imprevisible, divertido, imaginativo, anglófono y psicotécnico»

Volver al mundo de este singular sexteto de pirados en el ZX me ha traído gratos recuerdos, y no sólo eso, me ha demostrado que el título de Core Design ha envejecido a las mil maravillas a pesar de los 25 años que llevaba sin jugarlo (¡Que se dice rápido!). A lo mejor la de Spectrum es la menos vistosa, por razones evidentes, de las diferentes versiones que salieron al mercado (entre las que se incluyen Amstrad CPC, Commodore 64 y Commodore Amiga). Sin embargo todo esto no resta ni un ápice de calidad al título programado para Spectrum. Ya quisieran muchos títulos de aquel año estar al nivel de este Monty Python's Flying Circus. Solo queda decir… «Niiiiiiiii». Un saludo chicos y hasta la próxima.

Más información:W.O.S.
Valoracion: 80% Firma: J. Pinteño (Kidsaguf)

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El Mundo del Spectrum es un medio digital dedicado al Sinclair ZX Spectrum, a los 80 y al Retro en general. Nació como homenaje a Microhobby en 1996 en formato revista mensual evolucionando hasta esta cuarta época. Como medio audiovisual se publica regularmente el Podcast llamado El Mundo del Spectrum Podcast y material en vídeo en el canal de Youtube. Publicados dos libros de gran éxito editorial. Si te gusta el Retro y el Spectrum en particular, esta es tu web. Bienvenido/a.

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2 comentarios

  1. Muy bueno el análisis, coincido en la mayoría de cosas y como dice Javier, un juego que llegó tarde pero que tiene una calidad tremenda, unido a un absurdo sentido del humor que te impedía saber lo que iba a aparecer en cada momento. Técnicamente excelente y con un poco de práctica (y rollback :D), superable 🙂

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