
Cuenta la tradición oral inglesa que cierto individuo luchó contra el poder para poder arrebatar a los ricos lo que a los más necesitados les faltaba. Este héroe local fue llamado por sus paisanos, entre varios apodos, Robin el de la capucha, comúnmente más conocido como Robin Hood, y sus hazañas fueron pasando de generación en generación a través de la tradición oral y gracias a la labor de transmisores de dicha tradición como los bardos, forjando una leyenda que quedó grabada en géneros literarios de la época como las baladas. Quizá Robin de los bosques no era como lo imaginamos, no vestía mallas como Errol Flynn, ni era un guaperas como Kevin Costner y no tenía la puntería suficiente como para atravesar una flecha con otra, pero si algo hay de cierto en todo ello es que hubo alguien que tuvo el coraje suficiente para reberlarse contra la autoridad e intentar poner las cosas en su sitio durante un tiempo y lugar específico, la Inglaterra medieval. En 1985 la leyenda del arquero de Sherwood ya había tenido eco en la gran pantalla en repetidas ocasiones (unas más acertadas y otras menos) y en televisión con la serie de producción inglesa Robin of Sherwood. Pero en el mundo del videojuego Robin de Locksley era prácticamente un desconocido. Aunque varios fueron los intentos de dar cabida al encapuchado en el Spectrum, fue quizá este Robin of the Wood la propuesta más acertada.
Desde tiempos inmemoriales, cuando aún el inglés no era la lengua que hoy día conocemos, ya se hablaba de un sajón fuera de la ley. El nuevo rey, Guillermo I, también conocido como William the Conqueror, trajó el caos junto a sus hordas normandas; los nobles sajones fueron condenados a tributar de manera brutal y desposeidos de sus bienes más básicos, quedando así a merced del hambre y la miseria. La única esperanza de los sajones era un tipo vestido de verde dispuesto a devolver a su gente lo que les pertenecía y con una puntería para el arco como nunca antes se había visto. Este forajido encarnaba el espíritu de los bosques donde se ocultaba y desde donde ponía en jaque tanto a la autoridad local como a los recaudadores de impuestos. El nombre de Robin Hood comenzó a hacerse eco entre la población, recorriendo las arboledas, bajando por los riachuelos, atravesando el espeso follaje para resonar en los oidos normandos infundiendo terror y justicia. Lamentablemente el sheriff de la zona logró hacerse con el más preciado tesoro del pueblo sajón, la flecha de plata, que simbolizaba la paz y la libertad del pueblo germánico en suelo inglés, y con ella ingenió un maquiavélico plan para atraer a aquel que llamaban Robin de los Bosques: un torneo de tiro con arco en el que el vencedor se haría con la preciada flecha. Todo estaba preparado para que el forajido tomara parte en el torneo, solo habría que esperar a que hiciera acto de presencia para capturarlo.
Odin Computer Graphics no llegó a acumular muchos títulos para nuestro ZX Spectrum, pero lo poco que nos dejó bien merece un potosí. Robin of the Wood, el segundo título de la casa, nos trasladó desde la superficie lunar de Nodes of Yesod a los bosques de Sherwood, gracias a la labor de un equipazo compuesto por Steve Wetherill (a quien recientemente pudimos oir en el octavo podcast de la segunda temporada de El Mundo del Spectrum), Paul Salmon y Andy Walker, los cuales volverían a deleitarnos con otros grandes juegos en lo que quedaba de década (Heartland por poner un ejemplo).
La carga del juego nos deja una preciosa pantalla de carga. A continuación se nos presenta el menú de opciones para poder empezar. Una vez nos decidimos a comenzar la risa del sheriff nos presagia que la aventura no va a ser nada fácil.
Si vuestra merced osa invertir tiempo en tan arduo menester, tenga vos en cuenta que el bosque de Sherwood es ancho como Castilla y provisto de mil ojos. Los guardias del sheriff patrullan las sendas armados con ballestas que no dudarán en usar en cuanto nos tengan a tiro. No solo la guardia del sheriff nos pondrá a prueba, el bosque de Sherwood oculta otros peligros como fieros jabalíes cuyos colmillos harán que nuestro nivel vital baje rápidamente si Robin no huye en el acto.
John Little y Will Scarlet, aliados de la causa sajona, han repartido por todo el bosque carcajs con flechas para ayudarnos en nuestra misión. No os confieis, Robin no hará uso de su arco durante su aventura, éste solo lo empleará en el torneo por lo que el verde rebelde se valdrá de su espada (Albion) para abrirse paso tanto en el bosque como en el castillo y las mazmorras. Nuestro leal arco está en manos del anciano y sabio árbol, que encarna el espíritu de Sherwood. En su camino Robin topará con un clérigo, el obispo de Peterborough. Este personaje siempre va escoltado por la guardia normanda. Si Robin se las apaña para acabar con la escolta el obispo nos entregará bolsas con monedas de oro. Con las bolsas en su poder, Robin tendrá que emprender la búsqueda del anciano árbol para entregárselas y recibir a cambio un hechizo para no ser reconocidos en el torneo y poder así participar en él. Las monedas que obtenemos es dinero robado a la iglesia por el clérigo y que previamente fue pagado como tributo por el pueblo sajón. Entregar el oro al árbol es la única manera que tiene Robin de asegurarse de que la riqueza vuelve a manos de los campesinos que en su día pagaron el diezmo correspondiente. Es curioso que en las instrucciones se haga referencia a este ser como «Ent», término que nos retrotrae a aquellos árboles animados que ayudaron a Frodo Bolsón en su aventura por la Tierra Media, si bien dicha palabra hace referencia precisa a seres de gran tamaño con algún rasgo humanoide, en este caso un árbol.
A priori la tarea que se nos encomienda no parece demasiada complicada, pero quizá no sea tan sencilla si añadimos que Sherwood alberga brujas que se nos aparecerán para arrebatarnos los objetos que en ese momento estemos portando. Si a eso le añadimos que el mapeado es extenso y laberíntico solo nos queda enconmendarnos al espíritu del sabio árbol para salir airosos de nuestro envite. Aunque las brujas suponen un obstáculo importante, podemos conservar nuestros objetos si a cambio les entregamos determinadas plantas que encontraremos por Sherwood. Dependiendo del número de plantas que entregemos a la bruja obtendremos unos resultados u otros. Una planta simplemente nos dejará el paso expédito para poder continuar nuestro camino sin perder ningún objeto, dos plantas nos devolverá la vida al máximo y tres plantas hará que la bruja nos traslade a las proximidades del castillo, donde se encuentra la llave que nos da acceso al mismo.
Entrando en aspectos técnicos. Robin of the Wood es un juego que no desmerece la categoría de «clásico». Para empezar pocas veces nos encontraremos con una ambientación tan fantástica. El bosque está magnificamente representado, con unos gráficos muy cuidados (90/100) y un colorido encantador. Si vagamos unos minutos por él tendremos la oportunidad de experimentar la sensación que ninguna pantalla es igual a otra (a pesar del gran número de pantallas que constituyen todo el bosque). Me atrevería a decir que pocos juegos han mostrado un bosque tan vivo, tan atmosférico y peculiar como el de este juego, quizá Firelord de Hewson o Sabrewulf de Ultimate estén en este sentido a la altura. Si bien el bosque comprende el grueso del mapeado de Robin of the Wood, no hemos de olvidar el castillo y sus mazmorras, conseguidas igualmente aunque no tan vivas como Sherwood. Las mazmorras tienen ese aspecto sórdido de lugar abandonado y decrépito. Los gráficos que dan vida a los personajes están muy conseguidos con unas representaciones muy acertadas de los mismos.
La velocidad del juego se sucede a un ritmo muy alto y es que el movimiento de Robin es tan rápido como su puntería (90/100). Una partida nos brindará la oportunidad de disfrutar de un control muy preciso a la par que veloz, y todo ello sin apenas la odiosa ralentización por sobrecarga de sprites. Y es que echar una partida a este juego a pesar de su extenso mapeado no se hace ni mucho menos pesado por muchos minutos que pasemos delante de la pantalla intentando encontrar el camino correcto.
Completar la aventura puede resultar un tanto abrumador al principio pero es sólo cuestión de conocer Sherwood y sus principales enclaves. Una vez tengamos en mente una idea relativamente cierta del mapeado y del camino a seguir para completar los objetivos la aventura se vuelve bastante más asequible por lo que la dificultad de Robin of the Wood es justa en su medida (85/100). Por último no podriamos acabar el análisis de este juego sin mención a su peculiar aspecto sonoro (80/100), sobre todo por la novedad en la introducción de voces grabadas, siendo este juego uno de los pioneros en la introducción de tales efectos para un juego de Spectrum. Ello nos da la oportunidad de oir a Robin quejarse (Ouch!), pedir una tregua (Give me a chance!) o incluso se nos pregunta si podremos ayudar a Robin a completar su aventura cuando cargamos el juego (Can you help Robin in his quest for the silver arrow?).
Voces aparte, los chicos de Odin incluyeron una bonita melodía para la versión 128K, aunque eso sí, algo machacona. Por suerte los programadores tuvieron el detalle de incluir la opción de prescindir de la melodía si el jugador así lo deseaba, conservando tan solo los efectos. La verdad que tras varios minutos de partida se agradece.
Cuando en 1986 se publicó el juego ya habíamos visto videoaventuras similares a ésta como Sabrewulf por lo que Robin of the Wood no innovó demasiado en originalidad (70/100), por otro lado sería injusto considerar este programa por debajo cuando muestra unas cualidades excepcionales en su desarrollo.
No me gustaría terminar esta review sin añadir que Robin of the Wood es uno de esos juegos que me enganchó simplemente por el hecho de vagar por las innumerables pantallas que componen el bosque, esperando el momento de encontrar algún nuevo objeto, personaje o escenario. Es el magnetismo que desprende este juego lo que me atrajo a él. En su día lo jugué sin instrucciones y no tenía idea de lo que debía hacer pero eso no importaba. Hoy, que conozco mejor el juego y todos sus entresijos, me gusta aún más. Además en los tiempos que corren la sombra del arquero con capucha es más alargada que nunca. Dadle una oportunidad a Robin y él os recompensará con creces. ¡Por Sherwood!
Valoración Global 83/100
Recuerdo con muchísimo cariño este juego. Era uno de esos títulos que enganchaba a la familia por los gráficos, el colorido y el dinamismo del personaje. Esto último es lo que me enganchó a mí, mucho más que Nodes of Yesod, que terminaba siendo tedioso, acá siempre tenías algo para hacer o buscar, y una vez que conocías el bosque te movías muy rápido por él, y el hecho que tuvieras encuentros al azar le daba variedad a las partidas.
Personalmente lo considero de lo mejor que salió de Odin, y uno de mis favoritos para el Spectrum.
Juego que he podido disfrutar en mi etapa "emuladores", y al que me enfrenté sólo con la certeza de que en su momento había sido muy bien considerado.
Sólo jugué un puñado de partidas (desconocía las instrucciones, por lo que me queda pendiente retomarlo), pero fueron suficientes para comprender que estaba ante un muy buen juego. Visual y técnicamente estupendo.
Kidsaguf, simplemente impresionante el análisis del juego. Enhorabuena!
Muy buen análisis y muy buen juego. También lo recuerdo yo como uno de los mejores que pasaron por mi casa.
Grandísmo juego. Voces digitalizadas en la pantalla de presentación. Gráficos y control del personajes estupendos. Muy buenos recuerdos me trae este Robin Hood. Gran review!
…mensaje eliminado por expreso deseo de su autor…
@USA-SOFT si sabías lo que tenías que hacer y conocías el bosque, lo terminabas relativamente rápido. Si te fijas en la playthrough, el que juega no parece estar muy familiarizado con el mismo: trata de apalear al hermita y al arzobispo; sigue a éste último a ver a dónde va (a ningún lado); hace pausas (supongo para leer alguna guía); y en general se la pasa dando vueltas a ver si por casualidad encuentra algo para avanzar en el juego.
De los juegos que más horas le he dado, disfrutaba todo, hasta los arbustos dibujados, absolutamente todo, y encontrarse con un cardenal era extasis.
Ainsss que recuerdos y cuantísimas cargas hechas de esta maravilla. Es quizá en mi opinión la elevación del Sabre Wulf a la cuasi perfección. Gran producto de Odín.
Dios mio!!! que juegazo. La de horas que le he echado yo a esta maravilla.
No me gustó tanto como sabreWulf, aquí había menos animación y generalmente paseas por el bosque solitario. Los gráficos y la música si eran muy superiores, sobretodo en la versión commodore.