
Costa Panayi es un genio, no hace falta recordarlo. Pero sí merece la pena pararse en el que fue el primer gran juego de este programador y de la empresa Vortex, tras una serie de juegos menores de los cuales apenas hay registros documentación. ANDROID ONE: THE REACTOR RUN fue lanzado en 1983 y cosechó unas críticas muy positivas por su gran jugabilidad y las dosis de diversión que proporcionaba.
El juego consiste en manejar a un androide a lo largo de una serie de pantallas para llegar hasta un parpadeante reactor nuclear y destruirlo con nuestro laser. Tenemos un tiempo limitado por lo que hay que cumplir esta misión con rapidez, para luego volver a la pantalla inicial. El juego tiene una presentación muy correcta desde el menú inicial, con la posibilidad de leer las instrucciones y elegir entre cinco niveles de dificultad. Estos niveles están muy calibrados de forma que los primeros niveles tendrán una relación excelente entre velocidad de juego y número de enemigos, hasta llegar al frenesí del nivel 5 en el que apenas podremos prever de dónde nos va a venir una amenaza.
Las pantallas que debemos recorrer están limitadas por unas paredes de ladrillo: debemos abrir con el láser una abertura en el lado derecho para pasar a la siguiente. Mientras al principio sólo hay enemigos, poco a poco las pantallas se poblarán de otros elementos como obstáculos mortales que se mueven en vertical, estancias más estrechas (y que nos exponen más a los ataques enemigos) o pequeños laberintos difíciles de sortear. Los alienígenas que nos acechan tienen varias tipologías: robots que se mueven en línea recta o diagonal, una especie de duendecillos que tienen movimientos más erráticos (y peligrosos) o los impredecibles pulpos, que acabarán con nosotros a traición. Sólo tenemos para defendernos nuestro láser (de alcance limitado) y cinco escudos que podemos activar en caso de alarma pero que nos impedirán el movimiento.
El juego es realmente divertido y muy manejable, de esos que se disfrutan especialmente con un buen Quickshot 2. Ha envejecido mal en lo gráfico ya que es un típico programa de los primeros tiempos del Spectrum, pero tiene una gran dignidad visual y el “androide” es todo un icono del ordenador. Sin embargo ha llegado a nuestros días con su jugabilidad intacta, un gran mérito común a todos los juegos de Costa Panayi. Tiene el gigantesco mérito de ser un programa que hoy día puede proporcionarnos un rato de diversión sencilla y directa, lejos de otros juegos de Spectrum más prestigiosos pero que hoy día son impracticables.
El movimiento es a veces un tanto brusco pero rápido y ágil. En los momentos más delicados echaremos de menos un poquito más de precisión pero eso no le resta capacidad de divertir ni frustra al jugador. La táctica más adecuada para avanzar en el juego es librarnos de los enemigos para luego avanzar de pantalla, pero en niveles altos será casi misión imposible. Cuando destruyamos el reactor el tiempo dejará de ser un problema pero los enemigos se regenerarán. La ventaja estará en que ya habremos abierto huecos en los muros para poder volver de manera más directa, por lo que no será necesario asegurarnos de que todos los enemigos han sido destruidos.
Android One salió en España editado “ilegalmente” por Monser bajo el título de “Infiltrado». Sucedió lo mismo que con muchos juegos publicados por esta compañía: eran de los primeros tiempos del Spectrum y nadie en España sabía exactamente que se trataba de juegos existentes, ya que las revistas del sector aparecieron después y los juegos que se analizaban eran de épocas posteriores.
Todo un clásico creado por todo un genio.
Todo un clásico creado por todo un genio
Gráficos - 65%
Movimiento - 79%
Sonido - 69%
Jugabilidad - 86%
Adicción - 88%
77%
ANDROID ONE: THE REACTOR RUN fue lanzado en 1983 y cosechó unas críticas muy positivas por su gran jugabilidad y las dosis de diversión que proporcionaba.
No conocía el juego. Ea, ahora que vienen unos días de fiesta le echaremos un ojo, gracias por la reseña
Excelente reseña. Costa Panayi es mi programador favorito para el Spectrum.
Entre otros recuerdos spectrumeros, este juego está indeleblemente ligado a mi infancia. Coincido punto por punto con la reseña y me ha encantado esa "dignidad visual", excelente forma de resumirlo. Juego 100% recomendable pasen los años que pasen.
Fue uno de los primeros juegos que vi en un Spectrum. Es muy entretenido, aunque en mi opinión el mapa se hace algo corto.
Que buen juego. A costa Panayi le gustaba trabajar de un modo estético minimalista y pulcro desde el principio como bien muestra el programa en cuestión. Es destacable el original y desafiante control del robot semejante a un tanque: primero giro sobre yo mismo y luego avanzo. Un juego para recordar y perfecto en su jugabilidad pese a los años que pasan y que pasen. Un saludo al foro y excelente artículo.
¡Anda! Yo me harté de jugar a Android Two, que me encanta, pero desconocía este. Ni siquiera se me ocurrió que fuera la segunda parte de otro juego, pensaba que era el nombre del androide, ja, ja, ja…
Aunque viendo el nombre del primer juego… lo lógico habría sido llamarlo Android a secas, digo yo.
Me lo apunto para probarlo…y algún día podéis hacerle un análisis a la segunda parte.