
A finales del año pasado se celebró el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón, todo un acontecimiento cuyo eco ha perdurado en la cultura popular. Libros, películas e incluso videojuegos han fantaseado con el hallazgo de tumbas perdidas, desde los tiempos de Fred (1983) hasta Shovel Adventure (2021). En esta ocasión te cuento la historia de un viejo arcade que no es lo que parece, lleno de curvas peligrosas y un inesperado giro de guión.
La desarrolladora Ocean Software Ltd debutó en 1983 y desde muy pronto se dejó tentar por el mundo de las licencias. En efecto, las consolas norteamericanas ya venían portando éxitos de los salones de juegos como Galaxian (1979), Frogger (1981) o Dig Dug (1982) y nuestra querida protagonista no quiso ser menos. En este contexto apareció Cavelon (1983), una recreativa lanzada por Jetsoft de la que muy seguramente no te acordarás. Se trata de un primitivo juego de laberintos con scroll vertical en el que debemos recolectar las ocho piezas de una puerta para pasar de nivel.

De formulación sencilla pero trepidante, los recovecos de su mapeado estaban destinados a entorpecer el éxito de nuestra misión y no a desorientarnos. La sinopsis es muy básica: manejamos a un caballero medieval que debe salvar a una princesa. Después de superar los 5 niveles del castillo nos espera un mago como boss final. Cavelon tuvo versiones para ZX Spectrum (48k) y Commodore 64 que fueron lanzadas en 1984. Sin embargo, el final era diferente. Mientras Commodore nos felicitaba por haber rescatado a nuestro interés amoroso, en ZX Spectrum se nos explicaba que habíamos pasado una prueba para ingresar en la Tabla Redonda del rey Arturo.
En primer lugar debemos aplaudir la maravillosa pantalla de presentación, a cargo de David Thorpe, que reproduce la carátula del juego con gran fidelidad. Su detalle y colorido nos deja con la boca abierta durante el tiempo de carga. Otra cosa es el juego en sí, programado Christian F. Urquhart.

Se trata de una conversión correcta, música in game incluida, sin grandes alardes técnicos y con algunos problemas que lastran la jugabilidad. Nos desplazamos en 4 direcciones (arriba, abajo, izquierda y derecha) por una serie de corredores en los que aparecerán caballeros/arqueros, los enemigos random del juego. Estos personajes necesitan dos toques para ser eliminados, con el primero tan solo cambian de color, de su azul original al rojo. Por contra, disparan flechas que son imposibles de neutralizar, por lo que debemos doblar cualquier esquina para escapar de su trayectoria. Nuestro as en la manga será la espada Excálibur, una magia que al ser usada despejará la pantalla durante algunos segundos. Y todo ello mientras reunimos los 8 fragmentos de la puerta que dan acceso a la siguiente planta.

La pantalla final obedece al mismo planteamiento, es decir, debemos recoger objetos en vez de enfrentarnos directamente al mago. Entre los inconvenientes antes mencionados se encuentra una cadencia de disparo demasiado lenta, que nos coloca en inferioridad de condiciones, y un scroll lateral mal resuelto. El mapeado no cabe en una sola pantalla y esta debe deslizarse llegados a cierto punto. Aquí el juego sufre una ralentización que no se aprecia en la recreativa original y, solo en la versión de ZX Spectrum, provoca que la música se pause. Resulta especialmente incómodo.
La revista Crash llegó a darle un total de 86%, con un aprovechamiento de la máquina del 78%, mientras que Sinclair User lo dejaba en un escueto 7. Ese mismo año fue objeto de una secuela para Commodore 64, pero sin la participación de Ocean.
Cavelon es un juego correcto, con cierta falta de imaginación y que ha envejecido mal. En 1984 aparecieron arcades como Bomb Jack o juegos de Spectrum como Sabre Wulf, que superaban con creces los planteamientos convencionales de Cavelon. Quizás el juego llegó un poco tarde.

¿Pero qué tiene que ver este arcade medieval con el faraón Tuntakamón? Existe un detalle en el juego original que resulta llamativo. Nuestro personaje es un caballero pertrechado de escudo y espada pero que no usa sus armas durante la acción. El sprite del protagonista dispara una especie flecha que sale a la altura del pecho… ¿Cómo es posible? Muy sencillo: Cavelon es un plagio. Lo que Jetsof nos estaba ofreciendo era un juego clónico de un arcade de Konami del año 1982, llamado Tutankham.
Los creadores de Cavelon se basaron en las mismas mecánicas, aunque introdujeron algunas variaciones. Cambiaron la tumba egipcia por un castillo y vistieron con una armadura al explorador que disparaba su pistola por los corredores. En 1983 la licencia de Tutankham fue a parar a Parker Brothers, una juguetera norteamericana que hizo versiones para las plataformas domésticas de aquel país. Solo los ordenadores Commodore Vic20 y Atari 800 contaron con una versión oficial. Aquel vacío fue llenado por Cavelon, llevándose de calle a quienes habían disfrutado con la máquina de Konami en Europa.
Otro sello británico llamado Micromania trató de explotar el éxito de Tuntakham con un clon nefasto llamado Tutankhamun. Fue igualmente lanzado en 1984 pero no tuvo aceptación.

Cavelon no es la recreativa más exitosa versionada por Ocean, ni siquiera la mejor resuelta, pero señaló el rumbo ambicioso de la compañía. La apuesta por las coin-up siguió adelante con Hunchback (1984) o Donkey Kong (1986) sin olvidar otro tipo de licencias y producciones propias. Los colapsos prematuros de Imagine o Ultimate Play the Game confirmaron la apuesta ganadora de Ocean que, años más tarde, ofreció adaptaciones de reconocida calidad: Robocop (1988), Operation Wolf (1988), Rainbow Islands (1990),… No es la meta sino el camino recorrido lo que nos hace brillar.
Firma: Jaime Aznar Auzmendi
Conversión de la recreativa de Jetsoft
Gráficos - 69%
Movimiento - 65%
Sonido - 75%
Jugabilidad - 65%
Adicción - 70%
69%
Cavelon no es la recreativa más exitosa versionada por Ocean, ni siquiera la mejor resuelta, pero señaló el rumbo ambicioso de la compañía.
El Tutankhamun fué uno de mis primeros juegos, jugué un montón me parecía muy divertido. Yo pensaba que era muy popular, o por lo menos si lo era en mi barrio.
Uno de los primeros juegos que recuerdo haber jugado en el Spectrum. Y por algún motivo no lo he rejugado en muchos años. Procuraré remediar semejante barbaridad. Gracias Jaime por recordárnoslo y enhorabuena por tu primer análisis en El Mundo del Spectrum.