
Saludos de nuevo a todos los que aquí pasáis para echar un buen rato entre píxeles, héroes cuadriculados, historias singulares y retos inolvidables. Tras un forzado parón por motivos laborales, reemprendo aquí mi contribución a EMS con un repaso a Infiltrator, un juego que generó altas expectativas que en muchos casos no quedarían safisfechas.
Bajo el eslogan «El juego que conmocionó América» (¡Ejem!) llegó hasta el mercado español este título, mezcla de simulador y juego de infiltración que curiosamente no pasó desapercibido en la prensa especializada del momento (tanto Microhobby como Sinclair User le atribuyeron altas puntuaciones) aunque quizá sí entre la comunidad gamer por su alta dificultad. Paragon, y en su nombre, Chris Gray, uno de los autores del viejo y entretenido Boulder Dash (Front Runner, 1984), tuvo la idea de programarlo para U.S. Gold, que puso Infiltrator en el mercado en 1986.
Aprovechando el tirón de su publicación, Erbe consiguió incluir el programa en su nuevo pack para el año siguiente: El Lingote. A poco de adquirir de mano de mis padres la máquina de 48 K's de Sinclair la suerte me dio la bienvenida en forma de regalo. ¡Sí! El Lingote cayó en mis manos. La idea de atribuir tal nombre a la recopilación fue todo un acierto y es que dicha recopilación, cuya autoría se la repartían a medias U.S. Gold y Ocean / Imagine, incluía nada más y nada menos que diez títulos de muchos quilates entre los que se encuentra el juego sobre el que hoy escribiré unas líneas. Completaban el lote Gauntlet, Xevious, Winter Games, Arkanoid, Donkey Kong, Short Circuit, Batman y el magistral The Great Escape. Sólo puedo dar las gracias a mis padres por el regalo porque bautizar tu colección con semejantes juegos en un «gomas» es algo irrepetible para el que lo vive.
Y sin más dilación nos sumergimos en Infiltrator. Una discreta pantalla de carga es el preludio de nuestra puesta en situación (como todo buen juego de infiltración que se precie). Repasamos nuestra libreta con información de alto secreto para leer cuales son nuestros objetivos en la misión, y esto es dirigir nuestro helicóptero hasta las proximidades de la base enemiga para posteriormente ejecutar un aterrizaje silencioso que nos permita poner camino al complejo e infiltrarnos en él. Una vez dentro Johnny, nuestro protagonista en el juego, tendrá que ingeniárselas para fotografiar unos documentos de vital importancia, dejar unos explosivos de regalo y salir echando leches con vida.
Comenzamos la misión a bordo de un moderno y potente helicóptero. Tras las lunas vemos el campamento base. Un rápido vistazo a lo ancho y largo de la cabina nos dará idea de todos los dispositivos a controlar, que no son pocos. Para empezar hemos de activar las baterías, los sistemas de comunicación y por último encender el motor. Nuestro vehículo comienza a ganar altura, el campamento base desaparece y nuestra nave alcanza los cielos. El trayecto hacía la base enemiga está repleto de aeronaves que nos importunarán cada poco tiempo solicitando nuestro nombre en clave. Tanto los aviones aliados (a los que nos declararemos como «Infiltrator») como los enemigos (para quienes seremos «Overlord») no dudarán en atacarnos si fallamos al dar nuestro nombre en clave. Si esto ocurre no queda otra que jugarnos un mano a mano con el avión encañonando al susodicho o mandándolo al mismísimo infierno con nuestros misiles guiados por el calor. Cosa nada fácil. Si el enemigo desaparece de nuestro campo de visión habrá problemas ya que seremos un blanco fácil y entonces sólo nos quedará encomendarnos al uso de bengalas para desviar los misiles con los que nos obsequiarán.
Para establecer la ruta que nos lleve a la base enemiga primeramente es necesario insertar un código de posición (ADF) en los paneles de nuestro helicóptero. Una vez hecho nuestro mapa marcará la posición de destino. Es entonces cuando hemos de salir echando leches hacía él porque el combustible de nuestra nave no dura precisamente mucho. Eso sí, podemos hacer un uso más productivo del combustible utilizando el turbo aunque siempre con cautela pues el aceite del helicóptero comenzará a ganar temperatura, algo no conveniente.
La verdad es que este primer nivel del juego, como simulador, apunta alto pero no llega a satisfacer como tal. Los dispositivos a controlar y vigilar son muchos, lo que se agradece, es en el control del helicóptero y en la dificultad donde cojea. Mantener la nave en dirección fija es misión casi imposible, la nave es altamente inestable respecto a la dirección a seguir no así respecto a la altura que se mantiene fija sin problemas. Por otro lado los combates aéreos se suceden a cada 30 segundos prácticamente si no nos adelantamos a pedir identificación a los pilotos que nos encontremos. Si no andamos diligentes a la hora de identificar al enemigo las aeronaves se interpondrán en nuestro camino pidiendo confirmación de identidad en cuyo caso fallido no quedará otra opción que un combate a muerte del que no es fácil salir airoso. Destruir al enemigo con los misiles es algo asequible pero encañonarlo es sólo para topguns. Por si fuera poco el número de combates a librar antes del aterrizaje será alto y puesto que nuestro indicador de combustible bajará rápidamente no conviene demorarse. Cuantos menos combates tengamos que librar mejor que mejor, así no nos desviaremos de nuestra ruta, no malgastaremos ni una gota de gasolina y evitaremos que nuestra unidad sea dañada por el enemigo.
Cuando el helicóptero alcance la zona enemiga, siempre visible en nuestro mapa, llega el momento del aterrizaje. Un descenso a poca velocidad bastará para dar paso a la segunda carga del programa, ésta más enfocada a la infiltración.
Con nuestro helicóptero en zona enemiga sólo queda apresurar el paso y encontrar la base. No será tarea difícil pues la base está a un par de pantallas de distancia. Tras cruzar una zona rural alcanzamos el perímetro enemigo cubierto por vallas y vigilado por torres y garitas. Hay varias instalaciones (todas subterráneas a las que accedemos a través de un ascensor) que visitar, cada una con un mapeado propio aunque bastante similar. En esta parte del juego el jugador tiene acceso a un inventario que incluye unos documentos de identidad falsos, muy útiles, granadas y botes de gas para poder dejar inconsciente al personal (el bote tiene un alcance menor), un detector de minas, unos explosivos para volar por los aires las instalaciones y una cámara de fotos para retratar los documentos que nos han traído hasta aquí.
El enemigo, al igual que en la carga anterior, no va a dejar de importunarnos y es que en cuanto entremos en su radio de visión nos reclamarán la documentación pertinente. En la mayoría de ocasiones no habrá problemas y seremos tomados por uno más del enemigo aunque en ocasiones puede que un avispado guardia nos descubra.
Dentro de las instalaciones enemigas nuestro hombre puede registrar parte del mobiliario como ficheros, percheros, armarios, etc. En él vamos a toparnos con toda clase de objetos; desde cigarrillos, botellas de vodka, información poco valiosa a llaves de seguridad o… ¡partes de cuerpos desmembrados!
Todo lo que va ocurriendo en esta segunda parte viene expresado en una pequeño texto en la parte inferior de la pantalla, un detalle a tener en cuenta y es que a veces ocurre en un juego que hemos de confiar simplemente en nuestro instinto visual para saber que demonios ocurre. En Infiltrator tenemos información de primera mano para poder maquinar nuestros pasos poco a poco. Una vez demos con determinadas llaves el infiltrado podrá por fin acceder a los documentos y con ello emprender el camino de regreso al helicóptero. Pero no acaba aquí la aventura porque estaremos de vuelta y es que serán tres las misiones de infiltración a completar, cada una con su mapeado propio y enemigos. A ello hay que añadir que cada vez que completemos una misión… ¡Hay que volver a subir al helicóptero y regresar sobre nuestros pasos a la base de la que partimos!
Los gráficos (80/100) de Infiltrator no están para nada mal. El simulador dejar ver una bonita cabina con numerosos indicadores e incluso podemos ver nuestras propias manos a los mandos… ¡Y además responden a nuestros movimientos! Un detalle que pocos simuladores aéreos (por no decir ninguno) mostraron en un ZX. Chris Gray supo como jugar con los colores en esta primera parte dando el predominio de blanco, gris y negro a la cabina (con otra variedad cromática para los indicadores) y alternando entre verde y azul en el paisaje tras las lunas del vehículo. Este último no es gran cosa gráficamente, prados y montañas es lo poco que vamos a divisar hasta nuestra llegada a la base. Los aviones enemigos tampoco están muy conseguidos pero para ser justos hay que decir que llevar a un ordenador tan limitado un simulador no es tarea fácil y es quizá en este género donde más difícil sea sacar partido a los gráficos de un Spectrum.
En la segunda carga tenemos unos gráficos simples pero bastante correctos en las zonas exteriores, predominando el verde y el negro, con un tamaño reducido de los protagonistas. Una vez entramos en las instalaciones enemigas los gráficos se vuelven más grandes pero también más simplones, con un mobiliario bastante repetitivo y pobre y una caracterización de los personajes bastante mejorable.
En cuanto al movimiento y los controles (65/100) hay también distinguir entre los diferentes niveles. El simulador deja un sabor agridulce tras su acertado aspecto visual. El control de la aeronave es un ciertamente caótico en lo referente al rumbo, no así a la altura. En la segunda parte la cosa mejora bastante con un control preciso y un movimiento rápido en los exteriores. En los niveles interiores el movimiento es más lento y desesperante.
La dificultad de Infiltrator es un poco de chiste (55/100). A una primera parte capaz de hundir al más optimista le sigue una segunda carga que con un poco de paciencia será completada sin excesivos problemas. El simulador adolece de imperdonables fallos como el constante acoso de pilotos, quienes da igual se muestren como amigos o enemigos. Un nombre en clave mal elegido y tendremos que sudar sangre para abatir al oponente. Una solución parcial para evitar este problema es el de pedir la identificación antes de que lo haga el enemigo. Ello puede ahorrarnos algún disgusto. Por si fuera poco cualquier desmadre a la hora de aumentar la velocidad o un proyectil del enemigo puede condenar a nuestro precioso helicóptero y por desgracia una vida es todo con lo que contamos. Una vez en tierra firme el peor de los enemigos al que nos enfrentaremos será el tiempo pues es limitado para completar las misiones. Los guardias no dan apenas problemas aunque eso sí, son un poco quisquillosos pidiendo documentación. Si optamos por no mostrarla una buena granada los dejará KO el suficiente tiempo como para que podamos huir. En esta segunda parte del juego lo cierto es que podemos deambular por buena parte del complejo sin apenas oposición y a poco que hagamos nos libraremos de cualquier guardia por lo que todo se hace quizá demasiado fácil.
El apartado sonoro (70/100) de Infiltrator está conseguido en el simulador, no así en misión de infiltración. Podremos oír como arranca el motor, algunos sonidos relacionados con los dispositivos del helicóptero, nuestro armamento en acción, la explosión de nuestro vehículo cuando este se estrella o, por ejemplo, como ganamos altura. La segunda carga es bastante más discreta en sonido y queda retratada por la alarma que suena cuando somos detectados.
Uno de los aciertos de este juego es sin duda la mezcla de géneros tan dispares y de ahí su cierta originalidad (80/100). Ya habíamos visto antes que este juego grandes simuladores como Fighter Pilot (Digital Integration, 1983), Skyfox (Ariolasoft, 1985), The Dam Busters (U.S. Gold, 1985) o Ace of Aces (US Gold, 1986). De la misma manera también por entonces ya habían aparecido o estaban al caer grandes precursores de la infiltración como All Or Nothing (Abbex Electronics, 1984), con el que Infiltrator guarda gran parecido, Saboteur! (Durell, 1985) o The Great Escape (Ocean, 1986). El aunar simulación con infiltración fue una lúcida propuesta aunque ésta no acabara de cuajar como debiera. El 2×1 que nos ofrecía Chris Gray en su programa quedó castrado por una dificultad endiablada en el simulador. De ahí que muchos usuarios del momento, entre los que me incluyo, no terminaramos por descubrir el juego de infiltración que seguía a la primera carga y acabaramos considerando a Infiltrator un simulador con muy mala leche. Una verdadera lástima considerando el juego en toda su concepción.
En la prensa especializada del momento Infiltrator recibió halagos a sus gráficos, presentación y combinación de géneros, sin embargo muchas de las publicaciones coincidían en el desgaste provocado por su alta dificultad inicial. Aquí os dejo algunas impresiones:
Crash #35. «Los gráficos están muy bien hechos e incluyen mucho color. El juego está bien animado y repleto de acción rápida. Si averiguas cómo jugar estoy seguro que disfrutarás.»
Sinclair User #57. «Personalmente creo que hay mucho bueno pero no brillante.»
Computer & Videogames #63. «Si has jugado a la versión para Commodore 64 quizá encuentres las versiones de Spectrum y Amstrad sosas. Aún así dale una oportunidad a Jimbo y te engancharás, especialmente si quieres un juego que ocupe tus las largas noches de invierno.»
ZX Computing #8701. «La versión de Spectrum es tan buena como la original de Commodore 64 aunque más difícil durante la simulación (…) Infiltrator es un juego duro pero innegablemente adictivo».
Your Sinclair #13. «Es un valiente intento de dar al Spectrum el tipo de juego que está cautivando a los americanos».
MIcrohobby #105. «Un gran juego que debe ser tomado con mucha paciencia para poder llegar a disfrutar plenamente con él, pero que una vez se consigue dominar, se convierte en un programa de gran adicción.»
Algunas publicaciones criticaron el hecho que se emplearan capturas de la versión original del juego en C64 para vender más (una jugada bien conocida por la afición). Cierto que es que la versión original es superior a la de Spectrum ya que la supera en prácticamente todo (gran sonido, suavidad de movimientos y gráficos) si bien la versión para el ZX está bastante trabajada y se trata de un programa fiel y digno del original. Otros comentarios se centraron unánimemente en la cantidad de instrucciones a leer y la cantidad de información a retener para poder jugar, algo por otro lado lógico pues hablamos de un simulador avanzado para su época amén de un juego de infiltración con todos los detalles que el mismo incluye.
No sé si Infiltrator conmocionó América como rezaba su espectacular carátula. No sentí conmoción, más bien frustración. De ahí que quedara como el juego de «El Lingote» que menos disfruté. Tras haberlo rejugado y redescubierto en su totalidad pienso que merece la pena darle una segunda oportunidad, al menos para poder experimentar la segunda carga.
Este juego me vino incluido en el compilatorio que mencionáis de "El Lingote" (pedazo de pack.
Con respecto al juego, nunca logré arrancar el avión…:P
Je…qué gracia me acabo de acordar de que efectivamente era un helicóptero…:P
…mensaje eliminado por expreso deseo de su autor…
Javier, pedazo de análisis que te has marcado. Nunca lo jugue… pero después de lo que cuentas lo probaré.
– Hace unos días lo compré en físico y todavía no lo he probado… así que hoy a ver si saco un hueco y me pongo con ello. Gracias por el estupendo análisis!!!
Ostias yo jugué en el amstrad. Aunque solo recuerdo el primer nivel del helicóptero (era muy pequeño como para pasar de ahí), pensaba que todo el juego era igual. Gran análisis.
Como la mayoría, yo me hice con el "Infiltrator" gracias al inigualable "El Lingote". A pesar de parecer muy prometedor por su premisa, y por el ya mencionado eslogan de "El juego que conmocionó América", fue de los últimos que probé del pack, porque la sábana que eran las instrucciones echaba para atrás al más pintado. Completísimas, como ya indicaba Kidsaguf.
No obstante, una vez me puse con él en serio, y a pesar de no ser yo mucho de simuladores, conseguí avanzar poco a poco, y no sin dificultad, en la fase de pilotaje, apuntándome cada paso a dar, los nombres de los pilotos amigos y enemigos,… Y conseguí pasarla.
Me frotaba la manos ante la segunda parte, que creía que era la realmente divertida, pero me llevé un pequeño chasco. No estaba mal, pero lo cierto es que tener que pasar cada vez la fase del simulador para llegar hasta allá era un rollazo, y acabé abandonándolo sin terminar de profundizar mucho en su segunda carga. Una lástima que no se pudiese acceder a ella mediante una clave o algo similar.
Por cierto, por la estupenda reseña me acabo de enterar que había que completar 3 veces el asunto para terminar el juego. ¡Uf! ¡Ni de coña!
Paria ¿Te pasaste el primer nivel? ¡Permíteme decirte que eres un crack! Tienes razón, tener que superar el simulador para poder jugar la segunda parte era un coñazo y para más inri tener luego que volver a la base para poder completar las otras dos misiones. Si algo caracterizaba a los gamers de entonces era la paciencia, pero los programadores creían que ésta era infinita jej.
Gracias, Kidsaguf, pero no es para tanto, jeje. ¡Sería un crack si me hubiese hecho al menos una misión completa!
Como dices, algo fundamental en el jugador spectrumero era (no siempre, pero sí en muchos casos) la paciencia, y de eso, afortunadamente, tengo una buena ración.
Notable. Reconozco la pantalla de "take off" y el simulador, pero no así la pantalla de carga ni la segunda fase. Se me ocurre que debo de haber visto una versión pirata con sólo la primera carga, y que además, jamás terminé :p
La primera parte, la del simulador, solo la pasé una vez… me sigue pareciendo difícil y no puedo estar más de acuerdo con la afirmación "el simulador es un descontrol estresante" 🙂
No puedo hacer una crítica objetiva sobre Infiltrator porque, aunque logré despegar ALGUNAS veces, nunca conseguí llegar muy lejos. Vaya mi más sentida ovación para aquellos monstruos que consiguieron realizar la primera misión.
Lo que sí recuerdo es la tremenda decepción que llevé tras aquella portada tan chula, las claves de acceso (recuerdo que el juego venía bien protegido contra copia) y todo aquel misterio que rodeaba a Infiltrator. No hace mucho me quité la espinita viendo como un h**op**a se lo pasaba en YouTube hasta el final, que por cierto, tenía escena final.
Pues yo, al contrario, cada vez que oigo hablar de este juego se me estremece el alma… Puuff, son muchos recuerdos que me asaltan ahora mismo al ver estas imágenes, y héme aquí precisamente por que quería volver a jugar (tras 20 años) y recordar cómo se hacía para encender los motores (a estas alturas ya no tengo paciencia para ponerme a estudiar las teclas y su orden, jajaja).
Recuerdo que la primera fase la completaba sin problemas, ahora que has dicho lo de los códigos recuerdo ese "Request Identification" (¿Era así no?) y la verdad que me los apuntaba todos en una libreta, de tal forma que, tras unos días, no había enemigo que se me resistiese y pasaba el nivel prácticamente "en un vuelo" (nunca mejor dicho, jajaja)
Espero ponerme a él de nuevo, por que de verdad que este juego a mí sí me conmocionó (quizás, a lo mejor, subliminalmente, tras ver la portada, no te digo que no, pero me caló hondo, eso sí)
Un saludete.