
Aunque el juego que hoy rescataremos no deja de ser obra de programadores, por cierto grandes artífices del mundillo como Gonzo Suárez y José Luis Morales, gran peso de la obra recae sobre ese hombre de gafas ahumadas que, pertrechado con un lápiz, es tan capaz de crear mundos, personajes e historias como cualquier otro programador de la edad de oro del software español.
Este señor es nada más y nada menos que Alfonso Azpiri, una pieza indispensable en la escena a la hora de entender como todo lo que escapaba más allá de la cinta, píxeles, melodías, gráficos, etc determinaba nuestra percepción de un juego, como jugar un juego sin haberlo cargado antes. A estas alturas el señor Azpiri no necesita presentación pero no estaría de más ahondar en uno de sus trabajos más personales, un proyecto que tomó forma en la ya extinta publicación «El pequeño País» a finales de los 80 y que Opera tuvo a bien llevar a nuestros televisores de manera pixelada.

Mot se estrenó en abril de 1988 y fue fruto de la colaboración de Nacho Moreno, que se encargaría del guión de la historia, y Azpiri, la mano ejecutora que daría forma al monstruo. Por entonces el ilustrador ya era una figura reconocida a nivel nacional con un bagaje considerable a sus espaldas: publicaciones del calibre de Heavy Metal o Cimoc habían habían ya puesto de largo parte de la obra del madrileño, si bien en sus inicios Azpiri también tocó el género erótico al que siempre volvería reiteradamente un muchas de sus obras de manera más o menos intensa. Ya en los 90 Azpiri también trabajaría para la caliente Penthouse Comix. Por su parte Nacho Moreno, natural de Vitoria-Gasteiz, fue el artífice de las aventuras de Mot. Moreno también cosechó un éxito coetáneo al de Mot con el guión de Goomer, un simpático camionero intergaláctico.

Para hablar de Mot también se hace indispensable volver al formato mediático en el que el verde monstruo nació: El Pequeño País, publicación que surgió como suplemento dominical dirigido al público infantil en el popular diario El País haciendo acto de aparición a comienzos de la década de los 80. La jugada de El País fue un acierto y rápidamente otras editoriales sintieron la «influencia» de la pequeña revista para poner en liza publicaciones de similar contenido y dirigidas igualmente a un público pueril. Aunque el engendro de Azpiri tardó unos años en aparecer otros populares personajes del cómic tuvieron cabida en el Pequeño País: Asterix, Lucky Luke o Los Pitufos entre otros amenizaron las mañanas y las tardes domingueras de niños y niñas.
Aunque en sus inicios el suplemento contaba con un contenido reducido éste fue aumentando paulatinamente gracias a la demanda y buenos resultados de la publicación, especialmente a partir de 1988 cuando se incrementa el número de páginas dedicadas a él. Es también en esta segunda época de El Pequeño País cuando una nueva sección relacionada con el mundo del software de 8 bits aparece en el número 276: «El Tebeo Informático». En más de 400 números, aunque de contenido reducido (1 o 2 páginas por semana), El Pequeño País ofrecía a sus lectores de la época material de las principales plataformas de por entonces incluyendo, como no, a nuestro querido ZX Spectrum.
Aunque la sección era escueta ofrecía al público algo diferente del resto de la revista y no solo eso, también se incluían trucos para juegos así como cargadores. En resumen, una larga lista de repasos a clásicos y no tan clásicos del catálogo con sabor dominguero.

Volviendo a lo que nos atañe, Mot tuvo un éxito tal que traspasó fronteras. Es así que unos diez años después de su nacimiento en El Pequeño País nuestros vecinos galos apostarían por el monstruo para una serie animada de televisión que finalmente sería emitida entre 1996 y 1997 y repuesta en países como Estados Unidos o Australia. Curiosamente el Mot que pudimos ver en la tele poco tiene que ver con el del célebre ilustrador madrileño, una criatura menos trabajada estéticamente y de un color púrpura que se desmarcaba del monstruo anaranjado y llamativo de Azpiri. Azpiri nunca ha ocultado su simpatía por él, al que considera una de sus creaciones favoritas junto a la despampanante guerrera Lorna, personaje cuyas aventuras fueron pixeladas por la competencia, Topo para ser más precisos. Quizá fuera el hecho de que las aventuras del simpático grandullón vendieran 150.000 unidades con su primer volumen, o que su éxito no fuera el esperado, algo reconocido por el mismo Azpiri, pero lo cierto es que una de las grandes casas de software española puso su mirada sobre la creación de Moreno y Azpiri. Opera, ya establecida como uno de los ases del poker del software patrio (junto a Dinamic, Topo y Made in Spain), no dudó en dar orden a Gonzo Suarez y Jose Antonio Morales, artífices entre otros del gran Livingstone Supongo, de armar un programa que extrapolara las andanzas de Leo y Mot de las páginas de El Pequeño País a Spectrum, Amstrad, Commodore y MSX.

Para ello diseñaron una aventura centrada en el primer libro. Dicho número comienza describiendo la situación en la que Leo, un joven tímido e hijo de buena familia, conoce a un tal Movimientos Orgánicos Telúricos, un monstruo enorme y bonachón que se cuela en su habitación tras salir literalmente de la pantalla de la televisión. Mot, con su mente ciertamente infantil, comienza a hacer de las suyas en casa de Leo. El comienzo de la historia fue llevada al televisor en la primera de las cargas que componen el juego de Opera.
En ella se representan las primeras viñetas de la historia con gran fidelidad y se nos pone en situación. La mano del maestro sujeta un pincel que va dando forma a las viñetas, esta vez pixeladas, mientras una bonita melodía acompaña el encuentro entre Leo y Mot. La carga inicial era una idea acertada por los integrantes de Opera. Recuerda a la misma jugada que se marcó la casa con Mundial de Fútbol, si bien en aquella ocasión la presentación del evento se hacía larga y pesada.
Un hecho curioso es que las cuatro cargas que componen Mot son independientes la una de la otra. No es necesario acabar la segunda para jugar la tercera. Esto supone un enfoque diferente a lo que otras casas como Dinamic nos tenían acostrumbrados, dos (o más) cargas en las que era necesario un password que solo conseguíamos al acabar la primera parte. Opera aprendió que quizá era más jugoso otorgar cargas independientes de una misma historia, a modo de juegos separados, que obligar al jugador a completar el juego entero. La idea no era mala.

Si os da por jugar el primer nivel de Mot veréis que se trata de un programa muy cuidado en sus detalles. En esta primera parte controlaremos a Leo en la enorme mansión de sus padres una vez que Mot ha hecho acto de presencia en su tranquila vida. El monstruo no hace otra cosa que saltar, armar ruido y llamar la atención. Por ello debemos dirigir a Mot a los niveles superiores donde una puerta espacio-temporal situada en el armario de la habitación de Leo puede dar salida al monstruo y hacer retornar la tranquilidad a la vida del chaval. Pero la tarea no será ni mucho menos fácil.
Mot irá de un lado para otro volviéndonos loco, se dejará caer por las terrazas hacia niveles inferiores si no somos capaces de mantenerlo a nuestra vera. Por si fueran pocas las dificultades los padres de Leo andan de acá para allá también con el peligro que ello conlleva si se produce un encuentro entre ellos y la bestia verde.
Cada vez que Mot se separa de nuestro lado la pantalla se divide en otra sección a modo de viñeta para indicarnos por dónde anda el monstruo. De igual manera la aparición de los padres de Leo también provocarán nuevas divisiones por lo que podemos contar con cuatro personajes a la vez en pantalla, todo un logro técnico que nos recuerda a Spirits (Topo) o Spy Vs Spy (Beyond Software).

La segunda carga comienza con una animación introductoria en la que Mot y Leo viajan por otra dimensión tras haber entrado por la puerta espacio-temporal. Ambos personajes llegan a otro mundo, el mundo de Iripza. Ahora manejamos a Mot, quien tendrá que abrirse paso a mamporro limpio por un extenso mapeado hasta llegar a Leo, que nos espera al final del nivel. El engendro de Azpiri puede usar sus grandes puños en todas las direcciones así como su poderosa cola para repeler enemigos al acecho. El camino es largo y duro, numerosas bestias harán lo posible para evitar que avancemos. Decir que algunos de los personajes del cómic fueron incluidos también en la aventura como por ejemplo el dragón Auyam, el guerrero japonés o los guerreros del gas vegetal paralizante.
La última carga, muy similar a la segunda, nos coloca de nuevo en perspectiva cenital controlando a Mot en el reino de Iripza. Básicamente es un nivel calcado al anterior en el que los enemigos ahora son los robots al servicio de Iripza, unidades que podemos convertir en chatarra con nuestros puños. La mecánica de juego es la misma y por lo tanto ello resta algo de originalidad al programa en su conjunto a pesar de lucir bien en pantalla. Al final del nivel nos las veremos con Iripza en un final de juego algo deslucido y confuso. Es de agradecer que en general los tres niveles de Mot son leales al cómic, con escenarios y personajes sacados de las mismas páginas de la obra de Nacho y Azpiri.

Técnicamente el juego de Morales y Suarez es estupendo, con unos gráficos bastante conseguidos, una distribución correcta del color (a pesar del odiado attribute clash, sobre todo en la primera carga) y con un tamaño de los personajes notable. A destacar el primer y segundo nivel. El tercero es más parco en detalles.
Si atendemos al movimiento y los controles el título de Opera tampoco flaquea para lo que Opera nos tenía acostumbrados en muchos de sus lanzamientos, algo que siempre he achacado a su catálogo (aunque siempre hay honrosas excepciones). En Mot veremos como el scroll y las transiciones son suaves y pulidas, sobre todo si tenemos en cuenta el gran tamaño de los sprites que manejamos. Junto con ello los controles son precisos y responden con acierto. Lástima que la carga introductoria sea la única que nos deje brillantes momentos en lo que a sonido se refiere con esa limpia y bonita melodía. El resto de cargas peca de sobria en este sentido con unos efectos que se antojan insuficientes dada la calidad media del juego.

¿Es Mot un juego difícil? Pues para ser un juego de Opera la verdad que en peores plazas hemos toreado. Mot no es sencillo, especialmente su primera carga la cual puede llegar a desesperarnos un poco y es que el simpático monstruo a veces se pira por donde le da la gana y tendremos que ir a su rescate una y otra vez. A partir de ahí el segundo y tercer nivel comparten una dificultad media que tan solo exige tiempo, colocación y precisión en los golpes.
Y bien en cuanto a originalidad Mot peca, en mi humilde opinión, de dos niveles prácticamente idénticos que restan brillo al resto de la obra ya de por sí muy original. La primera carga de introducción y el primer nivel son magníficos y efectivos, una buena manera de meternos de lleno en la historia. El tercer nivel, estando perfectamente ejecutado, deja un sabor de deja-vu respecto al segundo que puede acabar cansando, más si cabe considerando que el segundo nivel se nos hace muy largo por su extensión, mecánica y ritmo de juego.

Pues bien, con esto acabó el repaso a este clásico de Opera. Un título que me parece de los más brillantes de la casa en lo técnico, no así en su capacidad de enganchar al jugón de turno. Para ser sincero, de las grandes compañías españolas de la época Opera era la que menos me atraía. Un servidor siempre fue más de Made in Spain y Dinamic, pero al César lo que es del César, este Mot es un título a considerar por su propuesta, sus niveles independientes, su apartado visual y muchos detalles que harán las delicias de los que leyeran/visualizaran la obra de Nacho y Azpiri. Por todo ello…¡Larga vida a Movimientos Orgánicos Telúricos! Salud y píxeles chic@s. Hasta la próxima.

Firma: J. Pinteño (Kidsaguf)
El mítico personaje de Azpiri convertido en videojuego
Gráficos - 90%
Movimiento - 78%
Sonido - 76%
Jugabilidad - 76%
Adicción - 68%
78%
Mot es un título a considerar por su propuesta, sus niveles independientes, su apartado visual y muchos detalles que harán las delicias de los que leyeran/visualizaran la obra de Nacho y Azpiri.
Excelente, la investigación inicial sobre todo, de lo más interesante, dado que el personaje apenas apareció por aquí en el alguna tienda especializada en cómics (donde pude conseguir el primer número).
Con respecto al juego (la comparación de la viñeta inicial me encantó), coincido que la primera carga es especial, de lo más original, pero sumamente ambiciosa y se nota que las librerías de Opera están al límite de lo que pueden ofrecer en el Spectrum, pero de alguna forma se las arreglan para sacar adelante la experiencia.
La segunda y tercera cargas son interesantes y están llenas de detalles agradables, pero los controles son muy poco responsivos, y de vuelta, las librerías de Opera están al límite y los FPS caen a niveles alarmantes.
Por cierto, recuerdo en una Microhobby la foto de alguien de Opera, observando Mot en un monitor con unos anteojos de cartón que "simulan una TV de poca calidad".
Entrañable, muy entrañable. Genial artículo.
Lo he vuelvo a cargar para explorar de vuelta el primer juego, y debo decir que el sistema de viñetas es mucho más complejo de lo que recordaba. No solo divide la viñeta en cuadrantes, sino que además hace inserciones. Es un juego que merece un especial de EMS Podcast sin dudas!
Grande, grandísimo Azpiri. Los juegos de Opera para el zx siempre me parecieron que no sabían exprimir la plataforma