
¿Recordáis un juego en el que un jeep lanzaba misiles y salvaba obstáculos en un ruinoso puente? Sí, lo habéis acertado, es Army Moves, aquel título de corte militar que Dinamic publicó en sus inicios con una clara influencia de los arcades del momento, como por ejemplo Choplifter (Brøderbund, 1982) o Moon Patrol (Irem, 1982), y un poco de cosecha propia para dar a los usuarios algo más que un juego español. La casa madrileña, y más concretamente Víctor Ruiz, acertaron de pleno y sentaron las bases para una saga que contaría con un capítulo más en los 80 (que hoy revisaremos) y que culminaría en los 90 con Artic Moves.
Un viejo dicho asegura que segundas partes nunca fueron buenas. A estas alturas han sido tanto los ejemplos que han puesto en entredicho esta afirmación que podríamos citar bastantes y nos faltaría tiempo. En el mundo del videojuego no es que la cosa varie mucho y si no que se lo digan a Dinamic cuando la histórica casa de software pegó un auténtico pelotazo con la publicación de Navy Moves, la consecución de su no menos conocido predecesor. Si Army Moves tenía lugar en escenarios terrestres y aéreos, el nuevo programa lo haría en el medio acuático siguiendo los mismos patrones: un programa multicarga con diferentes niveles, cada uno diferente al anterior en la primera carga, y en la segunda un juego más lineal pero igualmente adictivo. Llegamos así al segundo acto de la obra. Nos vamos a alta mar.
El hermano pequeño de Army Moves fue gestado para diversas plataformas: Amiga, Amstrad CPC, Atari ST, Commodore 64, MSX, DOS y por supuesto ZX Spectrum. El equipo encargado de ello contaba en sus filas con Ignacio Abril, Jorge Azpiri, Fernando Cubedo, Javier Cubedo (quien repetiría experiencia tras su debut un año antes en Army Moves) y Deborah. La portada, obra de Luis Royo, tiene «cierto parecido» con el cartel publicitario de una famosa película de acción, sólo que ha sido adaptada para la ocasión (echad un vistazo a «Commando» de Schwarzenneger). «Influencias» aparte la portada es atractiva, ilustrando en ella los diferentes niveles del juego y dándole a éste un distintivo de producto estrella.
Uno de los aspectos que no podríamos ignorar del juego en esta reseña son sus instrucciones. En su edición de caja Navy Moves incluía un manual a modo de documento Top Secret muy muy cuidado con unas instrucciones precisas, unas ilustraciones made in Dinamic y hasta un mapa del submarino. Es este uno de los pros que en las producciones de Dinamic nunca podían faltar (y ello se extendió a Dinamic Multimedia y luego a FX por supuesto). Cuando uno se compraba Navy Moves sentía que tenía algo especial entre manos, no únicamente un juegazo sino una caja con todo un portadón además de un manual de instrucciones muy bien presentado. Un tanto para Navy Moves.
La primera carga de Navy Moves cuenta básicamente con 3 niveles. En el primero nuestro marine a lomos de una lancha motora y bajo un cielo plomizo ha de sortear tantas minas como salgan a su paso. Entiendo que este nivel sea el más repudiado entre los jugadores. No es fácil esquivar las minas y hay que tener un control del bote muy preciso. Un mal movimiento en el salto y la zodiac reventará para dar con nuestros huesos en el fondo del mar.
Si el jugador alcanza la primera boya es buena señal. Ahora son comandos enemigos montados en motos de agua con lanzacohetes los peligros a evitar. Por suerte nuestro arpón sembrará el pánico entre los neoprenos rivales. Atención porque podemos sufrir una emboscada y ser rodeados por las motos si bien contamos igualmente con la oportunidad de beneficiarnos de los lanzacohetes enemigos si entramos en un fuego cruzado y nos agachamos.
Tras dejar algunos cadáveres esparcidos por las aguas la tercera boya da paso a una combinación peligrosa de minas a evitar y nuevas motos que destruir. Cuando el marine supera la prueba dirá adiós a la lancha y se lanzará a las profundidades para explorar el nivel 2.
Con nuestro flamante equipo de buceo y ya en las profundidades, ahora toca desplazarse bajo agua haciendo frente a los tiburones de la zona. Un buen arponazo y los escualos nos dejarán en paz para ir a morir al fondo. Si el tiro con el arpón no da en el blanco prepárate para recibir una espectacular embestida del escualo en la que seguramente perderás la cabeza de una dentellada (con su correspondiente explosión de hemoglobina). Seguimos avanzando hasta que nuestro radar comienza a dar señales de vida y los primeros buzos se nos acercan con malas intenciones. Armados al igual que Derdhal con un arpón estos enemigos son más fáciles de esquivar que de eliminar. Tras enfrentarnos a varios de ellos alcanzaremos un muelle de carga donde nos espera nuestro batiscafo que está siendo repuesto.
Alcanzamos el último nivel de esta primera carga a los mandos del mencionado batiscafo armado con misiles. El terreno que queda por explorar está habitado por enormes pulpos a los que solo vale reventar la cabeza a base de certeros impactos de misil. Si nuestra puntería no es la suficiente el animalito se acercará a nuestra nave y la hará papilla bajo sus tentáculos así que no te demores y afina.
Para terminar la 1ª carga Navy Moves cuenta con un monstruo final: la morena gigante. Un simpático pez bastante más grande que nuestro batiscafo que no dudará en destrozar con sus mandíbulas lo que se le ponga por delante. Por suerte la morena tiene la mala costumbre de abrir las fauces más de la cuenta, lo que la hace más vulnerable a nuestras armas. La muerte del animal deja el paso expédito para recalar en el submarino enemigo y de paso hacernos con la clave de acceso.
Esta primera parte del juego es espectacular, muy tensa y más centrada, al igual que Army Moves, en niveles con evidente influencia de los arcades de la época. Los displays son atractivos, los detalles también. A bordo de la zodiac podemos disparar el arpón a ambos lados y también podemos agacharnos para esquivar fuego enemigo. Así mismo es posible desplazarnos con la embarcación e incluso elevarnos (y movernos en el aire) para poder superar las minas. Las muertes de los protagonistas son muy vistosas mostrándo cómo los cuerpos enemigos son escupidos hacia el mar mientras sus motos se hunden en las profundidades o cómo las fuerzas de la naturaleza acuática nos destrozan sin piedad.
Precisamente en las profundidades del mar el nivel se mantiene. Junto a los buzos enemigos, los tiburones son los grandes y atractivos protagonistas de este nivel, un peligro natural y letal que proporciona una de las muertes más vistosas en nuestro querido ZX. Dicho nivel me recuerda gratamente a uno de los del arcade Sly Spy (Data East,1989). ¿Influencia de Navy Moves sobre la recreativa? Puede que no, pero es cuando menos curioso señalar que Navy Moves es un año más joven que la placa japonesa.
Muy parecido al nivel 2 y precedido de una divertida escena en la que Derdhal toma un poco de aire para indicarnos que todo está OK mientras la embarcación es cargada en una dársena, el último nivel se perfila como un shoot’em up submarino en el cual nuestros disparos siempre han de estar dirigidos a partes concretas del enemigo. El modo fuego en este último nivel es ligeramente diferente puesto que podemos optar por disparar los misiles de uno en uno o lanzar dos proyectiles de una sola vez (lo que llevará más tiempo pero causará mas daño).
La segunda carga es menos dinámica que la primera pero igualmente entretenida. Desarrollada a modo de videoaventura, el batiscafo emerge de las profundidades para presentarnos a Derdhal en su sigilosa entrada al submarino nuclear. Nuestro hombre, armado con un potente fusil equipado con una unidad de calor tiene como misión infiltrarse en las instalaciones y volar el submarino. Para ello primero se han de dar ciertos pasos. ¡Claro! si hemos de volar todo por los aires… ¿Tendremos que huir antes no? ¿Pero cómo? Pues haciendo buen uso de las terminales repartidas por el entramado metálico y oscuro del submarino. Con ellas no sólo podremos parar los motores o emerger, sino abrir accesos o pedir nuestro rescate.
Un buen número de marines se interpondrán en la misión, algunos armados con fusiles y otros con lanzallamas. La baja de los marines nos ofrecen la posibilidad de registrar el cadáver de turno y acumular más munición, combustible para el lanzallamas, vidas o los valiosos códigos para poder operar con las terminales, eso sí, éstos últimos están solo en posesión de los altos mandos del sumergible: Primer y segundo oficial de transportes (para poder contactar con nuestra base), primer y segundo oficial de máquinas (tienen acceso al reactor), primer oficial (su código nos permite parar los motores y emerger) y capitán (con su código podemos hacer prácticamente todo lo anterior).
El mapeado del submarino es lo suficientemente grande como para disfrutar del juego sin aburrirnos y tampoco es que sea eterno. Hay que explorar los diferentes niveles del sumergible, sus accesos a las diferentes cubiertas, el emplazamiento de las terminales o las rutas de los oficiales. El submarino dispone de numerosos elevadores y puertas de acceso por todo el complejo para poder movernos. La cara B de Navy Moves me retrotrae a shoot’em ups y juegos primarios de infiltración como Saboteur (Durell, 1985), Rolling Thunder (Namco, 1987) o incluso a la segunda carga de Freddy Hardest (Dinamic, 1987). Completar la misión no es para nada difícil. Tan sólo un poco de paciencia y el cumplimiento paso por paso de las instrucciones nos llevarán a la cubierta del submarino rumbo a un cálido y húmedo destino hawaiano.
En lo referente a gráficos poco hay que decir a estas alturas de un juego de Dinamic. Si algo destacable tenían sus programas eran los gráficos, aspecto en el que Navy Moves tampoco iba a flaquear. Todos los niveles están cuidados con esmero si bien es cierto que algunas partes como las que tienen lugar bajo agua en la primera carga son más parcas gráficamente. La verdad que el protagonismo gráfico del programa se lo llevan los sprites de los protagonistas. Derdhal y su lancha, imponentes, los tiburones impresionantes, los pulpos y la morena flipantes. Añadimos a ello un intermezzo previo a la lucha contra los cefalópodos bien ejecutado y simpático.
La misión en el submarino deja ver unos sprites enormes y muy bien acabados. Cualquiera de ellos es una gozada, ya sea Derdhal con su potente fusil, los marines enemigos (especialmente los armados con lanzallamas) y los oficiales de alto rango, con su barba y su meditabundo caminar. ¡Y que bien está representado el submarino! A pesar del alto número de pantallas que lo componen, la composición no es para nada repetitiva y en ella vamos a encontrar sitios tan variopintos como salas de máquinas, largos pasillos, terminales, zonas de descarga o paneles de control de todo tipo. Los colores dominantes son el negro y el azul pero no faltará la variedad cromática según qué localizaciones. Los sprites de los protagonistas sí son obviamente monócromos, en blanco para ser más precisos, lo que conlleva la consecuente mezcla de colores cuando un sprite se mueve por determinados sitios, algo a lo que ya estamos acostumbrados.
El movimiento juega a favor del título de Dinamic y es que son suaves y acertados. Quizá algo lentos en la segunda carga. Sin embargo un ritmo más rápido haría que el juego en el submarino se acabara en un periquete. Dicha virtud fue heredada de Army Moves donde los controles y el movimiento estaban igualmente conseguidos pero lastrados por una dificultad demencial (especialmente el nivel del helicóptero). Tanto en la primera carga como en la segunda los controles son precisos, algo sin lo que el juego perdería evidentemente muchísimo atractivo, sobre todo la primera carga que es la más complicada y puntillosa.
Desgraciadamente no podemos resaltar gran cosa de Navy Moves en el apartado melódico. Tan sólo algunos efectos en determinados niveles de la primera carga y los propios de las armas de fuego y los elevadores en la segunda. En versiones de otras plataformas se incluyó un atractiva melodía que aquí brilla por su ausencia en el menú de opciones. Curiosamente trasteando por las diferentes ediciones del juego en W.O.S. dí con un archivo que incluye la versión para Spectrum y Amstrad en la que los efectos sonoros son prácticamente los mismos que los de la máquina de Alan Sugar, por cierto bastante mejorados a los del original de Spectrum.
¿Es difícil este juego? Muchos dirán que su dificultad es de otro mundo. Yo también lo pensaba hasta que un viejo amigo me demostró cómo acabarlo en un Amstrad CPC, lo que insufló ánimos en el que aquí escribe para hacer lo propio en Spectrum. Después de haberlo jugado y rejugado sigo pensando que quitando el primer nivel del juego, el de la lancha motora, el resto de niveles son muy asequibles. Ello no quiere decir que completar la misión sea pan comido. Es necesario que Derdhal muera unas cuentas veces para hacernos unos marines competentes. Con esto y un poco de pericia es relativamente fácil acabar el juego y es que la curva de dificultad está lograda, aspecto en el que Army Moves fallaba a todas luces.
En términos de originalidad sólo podemos resaltar que la fórmula de doble carga iniciada por Dinamic tiempo atrás seguía funcionando con mucha efectividad a pesar de no presentar nada nuevo bajo el sol. Poder comprar dos juegos por el precio de uno y establecer el reto de pasar la primera carga para poder disfrutar de la segunda era algo que tenía gancho. Eso sí, ambas cargas no iban más allá de presentar un juego con perspectiva lateral y mucho de arcade (1ª carga) y otro (2ª carga) centrado en un shoot’em up de perspectiva igualmente lateral pero muy vistoso y entretenido por su adaptación a la videoaventura, la gran diferencia respecto a la segunda carga de Army Moves que quedaba en un simple Run and Gun.

En mi opinión Dinamic pasó el exámen con nota. La crítica fue unánime con este programa ya que no sólo retó a Army Moves siguiendo la misma fórmula, la inclusión de numerosos y vistosos detalles hicieron de este título una secuela mejor acabada que su predecesor y uno de los grandes lanzamientos nacionales de 1988. Microhobby no tardó en encumbrar el título de Dinamic destacando todas sus virtudes además de su dificultad, aspecto que tampoco pasó desapercibido en publicaciones como Your Sinclair que, a pesar de afirmar que «es ridículamente difícil pero por desgracia es también ridículamente adictivo», premió al juego con un 81/100. Crash también endosó un notable 83/100 mientras que Sinclair User bajó un poco la nota con un 74/100. En cualquier caso críticas, dificultad aparte, bastante prometedoras.
Aún recuerdo cuando Microhobby regaló la demo de este juego con la revista y cómo me pasé horas jugando a la demo de la segunda carga…¡Y eso que sólo eran 3 pantallas! Incluso llevaba el recorte de la portada (sacada de alguna revista de la época) pegada en mi carpeta del cole.
El paso de los años y la añoranza por tan buen título puso en liza el regreso a Navy Moves de mano de FX. Desgraciadamente el proyecto parece que quedó en agua de borrajas durante bastante tiempo. Este remake mezcla niveles de Army y Navy con algunos toques de ciencia ficción. Se puede jugar online no estando disponible su versión física. Yo no he llegado a probarlo. Si vosotros sí… dejad un comentario aquí abajo con vuestra opinión. Creo que es algo de interés general para todos los que amamos este juego.
Y con esto pegamos carpetazo al segundo capítulo de la saga «Moves». Ahora sólo falta que Artic Moves sea programado para Spectrum para poder disfrutar del final de la serie en nuestra máquina favorita…¿Alguien se anima?

Dinamic pasa con nota el reto de su secuela
Gráficos - 85%
Movimiento - 80%
Sonido - 60%
Jugabilidad - 80%
Adicción - 85%
78%
Dos partes de gran calidad en todos sus apartados. Gráficos, sonido, jugabilidad, etc. tienen un gran nivel. DIficultad alta como siempre pero superable. Un gran juego de Dinamic.
GRAN JUEGO!!! Con mayúsculas. Tienes razón con los añadidos de la caja. El mapa del submarino y las descripciones de los oficiales eran una pasada.
Me gustó más que el Army y que el Arctic.
Veremos algún día el cuarto? Desert Moves?
Grandísimo juego, yo todavía lo conservo con su sobre Top Secret y su caja grande. Si no recuerdo mal, fue de los primeros en venir en caja grande y de los de 1200 pts. Pero lo merecía. Recuerdo ver las portadas de las revistas de entonces y querer matar para poder comprar el juego. Eso era hype y no lo de ahora que ya has visto mil vídeos y sabes todo del juego. En esa época nos basábamos en la portada y en quien lo editaba, y Dinamic era apuesta segura. Yo solo pude acabar la segunda parte, la primera carga para mi era imposible, jejeje
El primer juego que termine, lo compre pirata en el rastro y no me enteraba de nada, asi que a la semana lo compre ORIGINAL, que cambio, Dinamic son maestros para "acompañar " juegos, mapas, caja, instruciones, pistas
Muy buen juego ke me tuvo enganchadísimo durante varias semanas.
Respecto a la portada de Luis Royos… bueno, decir ke Royos es el típico dibujante ke usa modelos para su arte. En éste caso, como modelo usó al 'chuarchenawer'. XD
La versión remozada ke se podía jugar sólo on-line, sí la jugué hace años atrás. Era fluída [3D] pero demasiado enfocada a la monetización. La dejé por eso [y por cierta dificultad desmedida en ciertas fases].
Por fin he conseguido éste juego en original y por un precio más que razonable. Es un título imprescindible en la juegoteca de cualquier aficionado a los 8bits.
Coincido plenamente con la nota: es uno de los grandes de Dinamic por duración, variedad, pero por sobre todo por los detalles de calidad que se encuentran aquí y allá.
Este juego me trae un gran recuerdo. Esa caja grande, con todos aquellos documentos y papeles en plan “top secret” (el detalle de las armas y los peligros, los trajes de los grados de los enemigos, la sección y mapa del submarino…), era como una superproducción. Recuerdo tratar aquellos papeles con extrema finura, y recuerdo que, por simple suerte o la extrema habilidad mi amigo, consiguió pasar la fase de la lancha muy rápido y pudimos cargar la fase del submarino en muy poco rato. Aun le veo a él manejando y me veo a mí con el mapa del submarino dirigiéndole como si fuera ayer: “vete para aquí, vete para allá”. Qué grades recuerdos. Con el tiempo veo que, si toda esa producción de complementos al juego tenía una función, esa función se confabuló aquella tarde. Si tengo que poner una palabra al clima que vivimos, solo podría decir: fascinación. Recuerdo que nos pasamos el juego muy rápido porque los dos sacábamos lo mejor de nosotros (algo iba a faltar en la vida si no lo acabas). Y una vez acabado, nos olvidamos de él para siempre. Bueno, hasta hoy, que me ocupa un rato otra vez. Qué buen rato de entretenimiento de calidad nos dio aquella especie de “caja mágica llena de cosas”. Si algo surge desde la nada y te motiva a sacar lo mejor de ti como una obligación natural, creo que no hay nada que pueda ser mejor. Evidentemente imagino que no a todo el mundo le entró tan bien este juego, porque dependerá de muchos factores contextuales e incluso hasta emocionales (como la temática etc.), y por eso mi valoración no será ni pretende ser un juicio justo, pero lo que expreso sí es, justo, lo que pasó. Gracias Dinamic.