
La década de los 80 supuso el punto de partida, cinematográficamente hablando, de un nuevo género, el de acción, que bien tuvo a entretener a varias generaciones de la época a base de tiros, puñetazos, patadas y morterazos. Varios fueron los héroes de acción que han quedado para el recuerdo, como Arnie o Stallone, y otros, menos taquilleros, pero no por eso menos interesantes, como el sempiterno Chuck Norris o, en el caso que ahora nos ocupa, el inimitable Charles Bronson. La sombra de la Guerra Fría asomaba constantemente sobre una sociedad americana conservadora. Fue en este caldo de cultivo donde se gestó el éxito masivo de una productora, la archiañorada Cannon, que con famosos títulos de serie B conformó a la postre una producción plagada de películas de bajo presupuesto pero de recuerdos impagables.

Bronson, ya en el ocaso de su carrera, se ponía en la piel del arquitecto Paul Kersey por tercera vez en «El Justiciero de la Noche» (AKA «Death Wish 3»). Una producción de bajo presupuesto en la que el incombustible actor ponía a prueba al colectivo macarra de un barrio conflictivo en la Nueva York de mediados de los 80 en venganza por el asesinato, esta vez de un amigo, y todo ello haciendo uso de un arsenal bestial. Dos años después de su estreno (1985), Gremlin se hacía con la licencia de la película para llevarla a las pantallas de 8 bits con un shoot’em up simplón y violento pero muy agradecido. El equipo encargado de su programación incluía buena parte de lo más granado de Gremlin Graphics: Shaun Hollingworth, Peter M. Harrap, Marcos Duroe, Steven Kerry, Chris Kerry y Ben Dalglish, autores, entre otros, de notables títulos como The Way Of The Tiger, Trailblazer, Auf Wiedersehen Monty, Future Knight, Mask o Technocop.
El objetivo del juego es simple. Hemos de eliminar a los distintos jefes de las bandas callejeras que amenazan el bienestar ciudadano y para ello contamos con un variado arsenal a nuestra disposición. En el menú del juego se nos aclara nuestro cometido de forma explícita: «Keep the city fit to live in» (haz de la ciudad un sitio donde se pueda vivir). La parte superior de la pantalla está dedicada a la acción en sí, mientras que en la parte inferior izquierda se nos muestra un apartado en forma de papel de impresora en el que la policía nos pone al corriente de los lugares donde se están produciendo disturbios o donde podemos encontrar a los jefes mafiosos. Justo encima vemos el indicador de puntos, máxima puntuación y el indicador de daño recibido. En la parte inferior derecha se nos facilita información sobre el estado de nuestro chaleco antibalas. Cuidado porque un disparo en zona crítica puede dejarnos fuera de combate a las primeras de cambio. En un pequeño recuadro verde aparece el arma que en ese momento estemos usando y la munición disponible. Justo encima de nuestro indicador de arma podemos apreciar un pequeño display con dos colores (azul para la ubicación de la munición y amarillo para la ubicación de los objetivos a eliminar) en el que se representa un plano de la ciudad junto a una brújula para poder orientarnos.
Con toda esta información el justiciero puede empezar la masacre. Un aspecto a destacar de este Death Wish 3 es la posibilidad de interactuar violentamente tanto con los yonkis, macarras e indeseables que nos encontramos por las calles como con personal civil e incluso la policía. Por ello debemos de tener cuidado al apretar el gatillo, un segundo de diferencia puede significar la muerte de una pobre anciana o bien la de un delincuente armado. Por la calle nos toparemos con punkis armados y desarmados, macarras pertrechados con bates de beisbol, yonkis tirados por los suelos, mujeres de vida alegre, indefensas ancianas y policías. Nos llevará un poco de tiempo aprender a orientarnos con el display pero una vez asimilemos su funcionamiento no tardaremos en encontrar el camino para encontrar a los jefes de las bandas.

En cuanto al armamento, Kersey cuenta, para empezar, con un poderoso bazooka con el que puede reventar literalmente al que se ponga por delante (algo bestial porque la víctima queda hecha un revoltijo de vísceras). El armamento de fuego consiste en una escopeta de cartuchos recortada, la legendaria Magnum 475 (según Bronson en la película empleada en safaris) y una metralleta. La munición es abundante pero no tardaremos en consumirla por lo que habremos de tirar de display para encontrar munición. Si nos quedamos sin ella el justiciero nos hará un gesto evidente de que algo no va bien. La aventura discurre, no solo por las calles, sino también por el interior de los edificios, donde podemos arrasar con algunos objetos como mesas y sillas. Además, otra atractiva opción que nos ofrece Death Wish 3 es la de encaramarnos sobre las ventanas para poder practicar nuestra puntería. En este caso haremos uso de nuestro punto de mira para eliminar a nuestros enemigos.

La policía juega otro papel importante en nuestra misión. Si eliminamos a un número determinado de agentes acabaremos siendo objetivo de la autoridad local. Es mejor colaborar con los agentes del cuerpo puesto que, aparte de la evidente ayuda que nos prestan, se vuelven unos enemigos bastante molestos si atentamos contra ellos, convirtiendo la ciudad en un infierno de disparos y violencia. Seremos testigos de una carnicería urbana con policías acribillados y ancianas a las que cosen a balazos o abren la cabeza a golpe de bate ¡Aunque algunas se las apañan muy bien para romper su bolso en la cabeza de más de uno! Las calles acabarán repletas de cadáveres, pero solo temporalmente, hasta que el personal sanitario haga acto de presencia para retirar los restos mortales de todo transeunte (tras esto un flashback de Barbarian se nos viene a la cabeza).

Como ya hemos dicho, Death Wish 3 se trata de un programa simple pero muy bien acabado. Su apartado gráfico está a la altura de lo que se espera. Los sprites de los diferentes personajes son todo un logro, especialmente el de nuestro protagonista, además de tener un tamaño considerable. A pesar de que los escenarios son sobrios en composición cumplen a la perfección. El uso del color está correctamente aplicado. Aunque no encontremos mezclas excesivas de color en las calles, el mapeado irá alternando tonos claros con amarillo, verde, azul y gris. Dentro de los edificios la mezcla de colores es aún mayor.

Los controles y el movimiento están igualmente a la altura, lástima que nuestros movimientos queden limitados a ir hacia un lado o hacia el otro; no podemos saltar ni agacharnos y esto es algo que resta puntos al juego. Algo más de versatilidad en ese sentido le hubiera dado más chicha. Igualmente habría que destacar la suavidad de movimientos de los personajes en pantalla. Incluso si se llena toda la pantalla de gente no hay apenas ralentización, hecho también favorecido por la falta de scroll ya que la acción se desarrolla pantalla a pantalla.
La dificultad del juego queda bien calibrada. El mapeado es amplio pero no excesivo y con un poco de práctica se puede llegar a avanzar bastante en la aventura.
En cuanto al apartado sonoro, aclarar que el juego posee doble carga, una para 48K, en la que el sonido se limita a los efectos de las armas (cada una con su propia sonido), y la carga para 128K en la que, además de oír los disparos, se nos deleita con una excitante melodía in-game.
Para concluir, decir que Death Wish 3 no es el culmen de la originalidad, pero añade ciertos toques que lo hacen un programa cuando menos entretenido (posibilidad de eliminar a civiles y policías, prácticas de tiro en la ventana, cooperación con las fuerzas de seguridad o la administración de la munición son algunos de ellos).

Death Wish 3 dejó a un servidor boquiabierto por su tremenda violencia visual y buen acabado. Y es que una licencia de una peli de la Cannon no podía defraudar.
Tremenda violencia visual y buen acabado
Gráficos - 85%
Movimiento - 76%
Sonido - 84%
Jugabilidad - 74%
Adicción - 79%
80%
Death Wish 3 no es el culmen de la originalidad, pero añade ciertos toques que lo hacen un programa cuando menos entretenido (posibilidad de eliminar a civiles y policías, prácticas de tiro en la ventana, cooperación con las fuerzas de seguridad o la administración de la munición son algunos de ellos).
Recuerdo que este fue uno de los últimos juegos de spectrum que compré… siempre recordaré ese gesto que hacia Bronson cuando me quedaba sin balas!!!
Destacable juego de los Gremlin. Notable en todos sus aspectos técnicos y plagadito de pequeños-grandes detalles, que bien a destacado Kidsaguf. ¡Menudo vicio nos pillamos mi hermano y yo con él!
Una vez le cogías el truco a moverte por el mapeado, se disfrutaba mucho de la acción (y violencia) que destilaba el juego. Como mayor pega, yo diría que se echa de menos que el juego no tenga un final determinado, sino que tras acabar con los jefes, estos se van reponiendo con el tiempo en los mismos lugares donde acabamos con ellos, con lo cual sólo te encuentras, de vez en cuando, con pequeños periodos de tranquilidad callejera.
Con todo, lo dicho, un juego bastante recomendable.
Creo que lo que más me llamó la atención del juego (aparte de su violencia) fue que pudieras entrar en las casas y recorrerlas (algunas tenían varias habitaciones). Y si, la diversión final hera meter un poke de munición infinita y dispararle a la anciana hasta sacarla de la pantalla.
Uno de mis juegos favoritos. Mucho se hablo de Barbarian y sus decapitaciones pero este le supera en violencia con creces. Puede llegar a ser un poco complicado acostumbrarse al modo de moverse por el mapeado pero pronto se supera. Una pega que comparte con muchos juegos de esta máquina es no tener un final digno.