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Spectrum: la (verdadera) historia de una leyenda, contada desde Sevilla

El lugar donde se desarrolla nuestra historia: albero de La Alameda de Sevilla, con la estatua de Manolo Caracol a la derecha. Imagen previa a su remodelación.

Piratas versus corsarios.

El 1 de febrero de 2010 -sólo ese día- fue posible descargar libremente una obra del historiador Adrian Johns: Piracy, the intellectual property wars from Gutenberg to Gates. Por si lo dudáis, fue pirateado y es posible conseguirlo con una búsqueda normalita en Google. Sospecho que si ponéis en este célebre buscador «dlwares» seguido del nombre del autor y el título en inglés habrá suerte, si no es en el primero, en el segundo enlace. Imprescindible para cualquiera que desee informarse sobre el asunto.

Se trata de un libro denso, sesudo, complejo y en inglés (coñazo cuádruple). Por desgracia, amigos, cuestiones complejas requieren respuestas complejas; así es la vida cuando uno se hace mayor. Por eso muchos somos aficionados viajar en el tiempo. Nos encanta recordar esa época sencilla en la que todo era nuevo y nos dejábamos llevar por la fascinación de la inconsciencia. Éramos sólo niños.

Cuando leo artículos sobre mi época favorita echo en falta una dosis de realidad. Parece que la corrección política posee nuestros dedos al documentar esos años. Hay por ahí tantos angelitos que conservan sus 'Abadías del Crimen' impolutas desde hace 25 años… llegué a pensar que era el spectrumero más zarrapastroso, pero para algo tiene uno el sentido común. Estaba acostumbrado a no poder leer las instrucciones, a cintas endebles, a mover el tornillito y a que el listo de turno me vendiese el juego equivocado. Una dosis de incertidubre con cada juego. Por suerte conservo el contacto con algunos de mis amiguillos de entonces y ninguno conoció jamás a niños con colecciones gigantescas y sabiduría jugona enciclopédica.

“RetroGamers” de hoy: la tropa, la infantería, que convirtió en leyenda al Spectrum éramos los niños, adolescentes y adultos que comprábamos juegos masivamente, claro está, en los mercadillos.

¿Por qué se obvia algo tan evidente?. Sospecho que la culpable es una tendencia de nuestro tiempo por la cual todo debe ser light, inocuo y aséptico. Y los que vamos para dinosaurio detestamos esa mierda con las tripas. Soy puro años ochenta, y ya no puedo remediarlo. Que cada cual le añada la dosis de azúcar que le falta, pero la edad dorada del software español y la misma historia del Spectrum, están determinadas por la piratería. Aunque sea tan difícil saber qué es piratería. El libro de Johns os ayudará, garantizado.

Detalle de parte de mi colección espectrumera.


Un poco de pedantería: Agustín de Hipona citó a Cicerón describiendo un diálogo entre Alejandro Magno y un pirata preso por su flota: «yo hago piratería en un barquito y me llaman ladrón, tú lo haces con un ejército formidable y te consideran rey». Es una anécdota que deberían recordar a cierto celebérrimo expresidente de la SGAE: este señor con apodo de oso de peluche y aficionado a insultar a los usuarios de ordenadores que ha acabado enredado en feos asuntos. Ahora son cosa suya, del Juez y de la benemérita.

He hablado de piratas, pero ¿quienes son los corsarios?. Toda la caterva de organizaciones públicas o privadas que obtienen del estado su patente de corso. Sus argumentos son la defensa de intereses de los creadores y la obtención de recursos para el erario público. En contra podemos esgrimir los comportamientos dudosos los pirat… corsa… bueno, de ciertas organizaciones, la opacidad de sus finanzas, el elevado número de intermediarios y sus (discutibles) márgenes de beneficios, los efectos nocivos de la industrialización del conocimiento y la politización de los impuestos a la cultura. Opiniones para todos los gustos, y el debate continúa.

Pero ante todo hay una piratería, señores, que nace de la necesidad y que tiene para mi mucha más dignidad que el corso. Tanta como para pasarse por el forro a intermediarios, leyes y trademarks.

La edad de oro del software español se desarrolló en una sociedad en vías de desarrollo, con sueldos que difícilmente llegaban a las cien mil pesetas; y los juegos costaban dos mil. Es imposible que un mercado en esas condiciones florezca. ¿Alguna duda de cómo se difundió el fenómeno?. Un último apunte sobre la piratería: determinó el éxito del Spectrum, pero también de la Play-Station y si me apuráis, de la misma “World Wide Web”. El conocimiento nunca ha sido más accesible que en la era digital -desde sus comienzos- y ya se sabe qué ocurre si se pretende poner vallas al campo. Si eres listo, procura que tu invento sea bueno, bonito, barato y se pueda piratear.

Al turrón.

Me desespera la escasez de información que hay sobre los mercadillos. Esos ambientes canallas rara vez se consideran dignos de pasar a la historia. Quizás el mejor documentado de España sea el rastro madrileño, y tampoco abunda el material. Pero apuesto a que todos los amantes del mundillo tenéis el vuestro; el mío es uno que ha desaparecido, por que trasladarlo lo mató, aunque su espíritu continúe agonizando: la Alameda de Sevilla.

He tenido la inmensa suerte de conocer a alguien que vivió desde dentro el fenómeno de la piratería de juegos en el mercadillo de la Alameda, así que su historia es probablemente, el mejor documento sobre esta época tan querida para mi. A falta de fotografías, espero que mis palabras consigan dibujaros un poco de aquel ambiente de la Sevilla anterior a la Expo92, pero sobre todo, quisiera animaros a colgar material sobre vuestros mercadillos spectrumeros… (bueno, y como hay gente «pa tó», msx-eros, commodore-eros y amstrad-eros).

Algunos juegos estupendos. Tengo un puñado de originales, pero ahora que el delito ha prescrito, puedo confesar que esta es mi modestísima colección. Mil perdones a Dinamic, Ocean y a quien corresponda.

La historia del mercadillo de la Alameda arranca en 1978, cuando se desdobló el mercado decano de Sevilla: el Jueves. Quisiera aprovechar para invitaros a todos a pasar los jueves por la calle Feria de Sevilla, por que estaréis participando de una tradición anterior a la conquista a los musulmanes por parte de Fernando III el santo, en 1248. Es sencillo consultar en la hemeroteca de ABC de Sevilla la portada del 18 de octubre de 1978: “´Jueves´ dominguero”.

Con este titular ininteligible para alguien que no sea de Sevilla, se anunciaba la innovación: “Traficantes y baratijeros del multisecular ´jueves´ sevillano de la Calle Feria han iniciado el pasado domingo una experiencia que puede hacer historia, a la sombra de las columnas de la Alameda de Hércules”. La primera noticia amable que podemos encontrar sobre este mercadillo es su fundación, un 15 de octubre de 1978. Y la última. Me refiero a noticias amables. Las siguientes son todo protestas de los vecinos, suspensiones, anuncios de redadas, intentos de regulación y, finalmente, su clausura.

El 22 de Octubre de 2001, en la página 40 del diario, podíamos leer: “Cuando los álamos se convierten en sauces llorones”. Se así anunciaba el último domingo de mercadillo canalla en la Alameda un 21 de Octubre de 2001.

Perdónenme vecinos de aquel antiguo barrio, mi favorito en el mundo, conocido por su ambiente bohemio y putero. Nací en 1977; mi niñez y adolescencia son de ese mercadillo y yo lo pasé estupendamente en él. Después de cada mañana de domingo aquello quedaba arrasado. Algunos borrachos rebuscaban entre los restos apestosos que dejaban los puestos, perros cagando en los álamos y peleas de putas. Era pequeño, pero hasta yo entendía que el mercadillo dejaba detrás demasiada basura. Y sin embargo recuerdo con todo el cariño del mundo mis churritos por la mañana, el paseo con mi padre y mi hermanito, y la emoción de comprar mis juegos piratas -previa revisión de la Microhobby-. No está bien piratear; seguro que será uno de los pecados por los que iré al infierno, pero lo pasaba en grande sintiéndome “un poco malote”, charlando con los vendedores, preguntándoles por los estrenos de la semana y siempre, siempre, comprando dos cintas cuando se podía, claro. De esa forma creé mi colección pero, sobre todo, fui entendiendo que no podía tenerlo todo. Incluso ahora que he progresado en la vida, sigo teniendo mucho cuidado con el dinero y cuando sea padre transmitiré esa filosofía: ser feliz con poquito.

Pero ¿cómo funcionaba el mundo del pirateo en la Sevilla de los ochenta?.

Os reto a intentar documentaros sobre este tema. Para mi a sido, durante mucho tiempo, absolutamente imposible. En las hemerotecas apenas encontraréis alguna reseña sobre redadas que os harán sonreír (hacía años que no leía la palabra “musicassettes”). Pero cuando falla la técnica, si no aparece nada en los periódicos o cuando los historiadores ignoran algo por modesto o por molesto, queda la gente. Y aquí aparece un tipo estupendo que conocí, por esas carambolas de la vida, gracias a un de esos inventos de la red: el “feisbuk”.

Llamaré Blanka a nuestro contacto. Él era un chico de barrio, para bien y para mal, en la Sevilla de los ochenta. Es algo mayor que yo, pero no me hace falta preguntarle cómo se crió; los barrios de Sevilla en aquellos años sufrían más o menos las mismas amenazas. Digo bien: amenazas. Eran los años del SIDA y los yonkis encanijados. Hoy me río cuando veo en la televisión “Walking Deads” por que debajo de mi balcón se pinchaban caballo auténticos zombis. Esos que nos robaban las cabañas que hacíamos en el cañaveral que había al lado del río, antes de las obras de la Expo. Era difícil no dejarse llevar por el lado oscuro, incluso para tipos con un corazón que no le cabe en la caja, como el amigo Blanka.

Todo comenzaba con una mesita de playa, una sombrilla y un puñado de cassettes. El pirateo de videojuegos tenía un precedente en las cintas de música. Hay testimonios difíciles de contrastar de pirateo musical en el mercadillo de Alcosa, que desde el principio se contagió a la Alameda. Curiosamente El Jueves se mantuvo más o menos al margen de esta práctica -probablemente por la mayor presencia policial-. Si un artículo era susceptible de ser duplicado, aparecía alguien dispuesto a sacar unas pesetas.

Los primeros ordenadores personales que llegaron a la ciudad en cierta cantidad fueron probablemente zx81. Su sistema de carga de programas era similar, aunque incompatible, al del zx82, de modo que siempre existió un cierto nivel de pirateo marginal en este mercadillo. Los equipos eran escasos, así que la actividad aun no resultaba excesivamente lucrativa. Todo se mantenía más o menos en secreto, era algo discontinuo y el mercadillo apenas servía para hacer contactos. Como digo, es difícil contrastar noticias de aquella época, por que no se trataba de una actividad a gran escala.

Hacia 1985 ya existía una masa crítica de ordenadores suficiente como para hacer de la piratería un negocio lucrativo. En 1987 ya se podía hablar de una escala considerable, con grupos muy bien organizados. Los siguientes fueron auténticos años dorados para esta actividad. Se requerían jóvenes “frikis” (perdonad el término, tan inapropiado como un reloj digital en la muñeca de un romano de Ben-Hur) con ciertos conocimientos que no se aprendían en el colegio.

Y aquí comienza la historia de Blanka. Un comprador como otros, que iba los domingos a curiosear por los puestos. Las novedades se consultaban en Micromanía y Microhobby, que no faltaban bajo el brazo de cualquier aspirante jugón de la época. El lado oscuro le llamó, en forma de oferta de un tipo que tenía un puesto al que él era asiduo.

Un martes cualquiera, en el año 88 visitó la factoría donde se perpetraba el milagro: multiplicar los panes y los peces. Séis ordenadores funcionando sin parar, dos equipos de música de doble pletina y muchísimas cajas con cintas de cassette vírgenes, e incluso discos de 3 ½ y 5 ¼ para los Pc y Amiga. Aquella era una fábrica de alto nivel.

Blanka dudó. Pero nada más seductor que la promesa de dinero fácil y ser uno más en aquel ambiente que poco difiere de una novela picaresca. Ellos eran los herederos de Rinconete y Cortadillo, pero sin pizca de mentirijillas literarias. Vivía un sueño: todos los ordenadores del momento a su disposición y probar todos los juegos que salían al mercado. La fantasía de los niños con churretes de la época era quedarse encerrados en El Corte Inglés y jugar con lo que les apeteciera. Él lo iba a cumplir.

Amiga 500, Spectrum +2, Amstrad CPC con dos monitores (fósforo verde y a color), Amstrad con cartuchos, MSX Hit Bit, PC Hewlett Packard de última generación… lo último a su disposición. Las novedades llegaban por correo contra reembolso desde Barcelona o Madrid. Los contactos en esas ciudades, a su vez, recibían a veces material desde Reino Unido y lo reenviaban a Sevilla o donde hiciese falta.

Con cierta frecuencia Correos interceptaba un pedido y se retrasaba la reproducción de un estreno. Una catástrofe. También llegaban hojas con carátulas y material adicional para ciertas ediciones de lujo. En general la organización era eficiente y muy profesionalizada. Las mesas de playa se sustituyeron por maletas construidas a medida, capaces de desaparecer en el asiento de atrás de un Ciento Veintisiete a velocidad de Vespino empepinado. Con frecuencia los “monillos” (léase los municipales de la época) sólo encontraban al llegar los caballetes y algún tipo con cara de “aquí no ha pasado nada”

El grupo de Blanka recibía por correo sus copias maestras los miércoles o los jueves y en seguida comenzaban a fotocopiar carátulas. Ellos tenían a un colega en una copistería que las hacía sin preguntar, aunque algunos grupos disponían de máquinas propias. Siempre se comprobaba la calidad de las copias maestras. Las copias de los juegos se realizaban entre el viernes y el sábado en jornadas maratonianas.

El método de copia más fiable, antes de la era de los copiones, era Omnicopy. Cualquier grupo que quisiera mantener una buena reputación -fundamental en las ventas- debía evitar la tentación de los dobles pletina. Por experiencia sé que la mayoría de copias por este método sólo servían para perder el tiempo.

Algunos juegos eran británicos y no se llegaron a comercializar legalmente en España. Vendían, según cuenta Blanca, más que el Corte Inglés. Y no creo que se equivoque, por que durante aquellos años yo vi muchas más copias piratas en las casas de mis amigos que juegos originales. Resultaba, por otra parte, llamativa -y legendaria- la presión que podía ejercer cierto comercio repleto de las dependientas más bonitas del lugar sobre una institución situada justo al lado. Así que había redadas y chivatazos en todas direcciones. Todo un submundo de intrigas, dimes y diretes; las alertas de “la secreta” acababan con dos o tres domingos sin negocio que había que recuperar; los chavalillos lo sabíamos, y el que podía ahorraba para la ocasión. El ambiente de la Sevilla de los 80…

Tuvieron sus megaéxitos, como Kick-Off2. El domingo que lo sacaron llevaban 500 copias. El precio inicial era de 500 pesetas por copia, aunque luego la cosa aflojó a dos copias por 500 y cinco por 1000. Un dineral en aquellos años. Entre todos los sistemas, Spectrum era el rey por que salían novedades todas las semanas, especialmente en Navidad y al principio del verano. Había épocas flojas en las que reeditaban éxitos.

Los honrados piratas de la época, según nos cuenta Blanka, conseguían su lugar en el mercadillo a base de hacer guardia desde las 5 de la mañana; las mesas se montaban hacia las 9 hasta las 15. Por mi parte sólo puedo decir que en alguna de las ocasiones en las que yo pasaba a eso de las 23 por la Alameda, ya cercano el año 2000, vi a gente reservando sitio y preparada para pasar la madrugada. Es cierto que hablamos de más de una década antes, y las cosas evolucionaron mucho. No hubo enfrentamientos especialmente duros entre grupos aunque cuando pregunté “¿y si llegaba alguien nuevo?”. La respuesta fue algo enigmática “ya sabía lo que había”. Evidentemente se refería a aguardar desde muy temprano.

La competencia se basaba en la calidad y en la exclusividad. Es curioso, pero en esto Blanka coincide con los pocos testimonios que existen sobre el tema. Por más que mi visión durante todos estos años fuese algo más oscura, no creo que sea un tipo dado a endulzar la realidad. Yo le creo. Leyendo entre líneas entiendo que su impresión se refiere a aquellos tardíos años 80, pero que quizás hoy todo es diferente.

Mención especial merecen los clientes. Ciertos tipos humanos se hacían especialmente insufribles. Había “enteraos” generosos en sugerencias y jartibles hasta la nausea, que explicaban a los chavales cómo recortar las carátulas, señalaban defectos o pontificaban sobre los juegos. Pero los más temibles eran los “pesaos”. El “pesao” preguntaba detalles de los juegos que iban más allá de las instrucciones, cómo pasar una pantalla o la clave para superar una fase. Aun hoy a Blanka le rechinan los dientes cuando recuerda a aquellos tipos, que no siempre eran inocentes. También les distraían para que algún compinche sisara lo que pudiese.

“Emilio Butragueño” de Topo Soft fue un juego especial también en la Alameda. Su éxito se basó en las expectativas creadas por la popularidad del personaje, pero también por un hecho que no se suele recordar. En aquella época triunfaba el que para mi ha sido el mejor y más adictivo juego de fútbol de la historia (con permiso de FIFA 98): el Tehkan Word Cup. Todo el mundo quería ese juego en casa y Emilio Butragueño era la promesa, el maná que nos hacía llegar el señor Clive Sinclair.

Ciertos arcades crearon expectativas similares en los jugones de la época, como Snow Bros y los sufridos vendedores de la Alameda se veían obligados a repetir continuamente NO, que no había versión para Spectrum. Blanka se documentaba en aquel entonces con revistas de más nivel, era prácticamente un profesional que leía la americana “Electronic Gaming Monthly” (EGM), así que si él decía que no había -ni se esperaba- edición spectrumera, eso iba a misa. Llegaron a dejar una Microhobby y Micromanía en el puesto para que la gente ojeara y mantener callados, en la medida de lo posible, a “pesaos” y “enteraos”. Naturalmente también tenían clientes con más dinerete, que compraban a cascoporro todas las novedades, sin dar la lata, y chavalillos como yo mismo, que sólo le daban la lata a sus padres

En opinión de Blanka, y también en la mía, el Spectrum creció en Sevilla -aunque probablemente también en todas partes- gracias a las enormes ventas de material pirata. En aquellos años se popularizaron los reproductores de cassettes, los destornilladores de relojero, y los ordenadores hasta un punto incompatible con las posibilidades económicas de la sociedad.

Blanka recuerda aquellos años con cariño. Pese a algún percance con la policía secreta, al final para él queda, más que el modesto dinero que pudo sacar, el disfrute de un adolescente que al llegar a casa contaba con una colección de 6 o 7 miles de juegos para dar vida a su Spectrum +.

En la red y en algunas revistas “retro” podréis leer mil artículos sobre La Edad de Oro del Software español. Los protagonistas son los que son y para nada podemos poner eso en duda. Pero por más que queramos mirar para otro lado, la realidad es tozuda y nos dice que Spectrum y piratería fueron siempre de la mano. Y poca información sobre ese fenómeno encontraremos. Algunos personajes como Abraxas progresaron gracias a sus conocimientos en este mundillo, pero la mayoría permanecieron en el anonimato. Es hora, quizás, de reconciliar a aquellos piratas pioneros que nos permitieron jugar al ordenador a los que no teníamos un duro, con una industria capaz de ofrecer sin vergüenza alguna Ferraris a los programadores en años de economía endeble.

La piratería nunca debe ser bendecida ni edulcorada, es una actividad ilícita, pero hemos de adquirir una conciencia precisa de la complejidad del fenómeno antes de parlotear como tontos. Por ello os recomiendo el libro de Adrian Johns.

Con todo cariño, dedicado al amigo Blanka.

Manu Sevilla.

P.D: Por desgracia, las pocas fotografías disponibles del mercadillo Albero de La Alameda de Sevilla en funcionamiento, no tienen demasiada calidad. Si alguien dispone de alguna, se agradecerá que la comparta.

Manu Sevilla
Firma: Manu Sevilla

El Mundo del Spectrum

El Mundo del Spectrum es un medio digital dedicado al Sinclair ZX Spectrum, a los 80 y al Retro en general. Nació como homenaje a Microhobby en 1996 en formato revista mensual evolucionando hasta esta cuarta época. Como medio audiovisual se publica regularmente el Podcast llamado El Mundo del Spectrum Podcast y material en vídeo en el canal de Youtube. Publicados dos libros de gran éxito editorial. Si te gusta el Retro y el Spectrum en particular, esta es tu web. Bienvenido/a.

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15 comentarios

  1. Yo también viví esos momentos en la Alameda. Yo le compraba a un conductor de Autobús urbano. Siempre iba a ese puesto, ya que sí la copia venía mal, me la cambiaba sin problemas. Mis primeros juegos el Ghosts 'n Goblins y Equinox a 250 pesetas cada uno.
    Después llegaron los juegos multitareas y algunos de ellos no llegaban completos.

    Y a mediados de los 90 llegaron para PC los recopilatorios Cyberdemon con juegos comprimidos con ARJ.
    Que tiempos aquellos.

  2. la pirateria "cutre" ya que el sistema no daba para más, esta llena de anecdotas y vivencias repletas de nostalgia y candidez, yo compraba junto a mis hermanos en el cabildo , donde están los puestos de sellos, a 300 pts la unidad, con esas horrendas fotocopias, más felices que unas pascuas, o que decir de los "hackers" que se anunciaban en kioskos, les llamabas te cobraban a precio de oro una cinta que no funcionaban ni la mitád, o el listo de la clase que alardeaba de tener cientos de juegos, le ncargabas alguno y después de semanas esperando…textual: tio, una pena la cinta grabada se me ha caido en un charco (en pleno agosto)

  3. Que tiempos aquellos en la Alameda de Hercules. Con ese tocho de hojas grapadas donde ojeabas las listas de juegos. Y quienes se montaban el chiringuito que ya quisiera más de una tienda! con televisiones atrás mostrando juegos, largas mesas, etc.

    Imágenes que siempre quedarán en nuestra memoria.

  4. Que recuerdos XD……yo le compraba siempre a un tal Rafa que se ponía en un extremo de la plaza proximo a la calle calatrava . Tenía una barbaridad de juegos truchos y alguno que otro original .Articulo genial señores

  5. Excelente artículo. Es mejor retrato de la Sevilla preExpo que Grupo 7… Yo vivo en una ciudad pequeña en la que no había pirateo a gran escala, tirabas de boca-oreja y patios de colegio. Por eso, cuando en alguna ocasión fui a la Marcha Verde de Granada, flipaba con aquellas cintas de carátulas fotocopiadas, una trescientas, dos quinientas. Creo que, en mi opinión, hubo dos hitos en el pirateo de cintas, en dos sentidos opuestos. El primero es la tan manida bajada de precios de Erbe, que al poner un original por debajo de la barrera de las mil pelas, hacía que te pusieras de acuerdo con los colegas y comprábamos cada uno un original … Y luego nos los copiábamos, claro. Yo sí llegue a juntar a lo tonto una aceptable colección de originales, muchos de ellos budget de buen sabor (¿quién se anima a escribir un artículo sobre software barato y de calidad?). Y el otro hecho reseñable en la historia del pirateo ochobitero es la popularización de las minicadenas con doble pletina e incluso grabado rápido, que hicieron mucho más fácil aquello de déjame, tío, la cinta que mañana te la traigo y te copio otra mía pa ti, con lo que llenamos las cajas y estanterías con toooodo lo pirateable, ya fuera el Head over Heels o la puñetera cancioncita del Glen Medeiros

  6. felicidades por el articulo,he recordado muchas cosas que tenia olvidadas.muchas veces he leido la historia de los 8 bits, almibarada por la nostalgia. pero a mi modo de ver para entender lo que significo el spectrum en este pais,hay que hablar tbm del contexto social en el que prolifero,su metahistoria.la heroina,el paro,los robos,los rastros,la pirateria.
    Yo tbm naci en el 77,y como diria aquel nexus 6.
    "he visto cosas que nocreeriais,derribar naves en llamas en maquina recreativas de tuburios dd ahora me daria cosa entrar".

    Hay una cosa en el articulo,que esta muy bien traida y en la que habia reparado,la pirateria tbm contribullo y mucho en la popularizacion del spectrum,y la bajada de precios de erbe (decision dicho sea que me parece admirable ),nos mostro una forma valiente e inteligente de como la industria de aquel entonces abordo el problema,a dia de hoy yo personalmente compre mas juegos originales de spectrum que de ps2,xbox,xbox 360 juntas.

    como sugerencia, tengo mucha curiosidad por conocer mas sobre investronica,si alguien se anima a un articulo :p.

    felicidades a los msxeros por su aniversario.gracias a ems esta segunda temporada me parece que quedara para la historia,estoi seguro que de las entrevistas a ponce,azpiri,pastor,etc……………hablaremos muchos años

  7. Hay tanto sobre lo que escribir, y tan poco tiempo 🙂
    El problema es siempre la documentación, pero es tan divertido ojear material antiguo que siempre surgen cosas. Prometo más madera; mientras estos individuos locos y cojonudos de EMS tengan a bien publicar mis paridas, ¡aquí estaremos!

  8. "Tehkan World cup" fue un juego que sentó cátedra en los juegos de fútbol de la época. Lo malo es que en cuánto pillabas, los muchos, trucos que había, el juego perdía mucha gracia. Aún así es un juegazo que pasará a los anales de la historia y permanecerá en el recuerdo de todos los jugones de aquella época.

    Un saludo y fuerte abrazo para tod@s!!! feliz verano!!!

  9. Tehkan World cup chupó muchas horas de mis tardes de niñez. Los goles al principio desde el centro del campo, los angulados desde unos metros más allá del centro y desde la linea lateral, los pases de la muerte y remate de cabeza… Además no era excesivamente dificil ganar el mundial. La consola arcade era flipante horizontal… 😀

  10. Tehkan… los años del mercadillo… aquí releyendo cosillas escritas hace tiempo. Sé de buena tinta que el Spectrum va ganando protagonismo en el mundo académico. Espero que EMS siga siendo una referencia valiosa en ese proceso.

  11. Grandes tiempos aquellos. La única vez que me han robado en mi vida, fue camino de la Alameda camino para comprar juegos. Recuerdo que Pepe Sofware, mi vendedor, me prestó dos juegos debido a que me dejaron sin blanca. El camino, el olor característico de allí, y sobre todo la ilusión por comprar los juegos del Spectrum (otra cosa es que luego funcionaran)

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