
Otra vez al coche de Doc, de vuelta a 1985, cuando The Edge, la marca comercial de Softek Software creada en la capital británica, publicó una videoaventura de esas poco reconocidas por estas tierras pero con una chispa y un encanto digno de mención.
Antes de bautizarse como The Edge, Softek Software puso en venta sus primeros programas: Microbot, un juego bastante logrado para ser el primero de la casa, y otro llamado Starblitz, un engendro más verde pero con un planteamiento muy interesante. Aunque creada en 1980 como Softek Software, The Edge comenzó como tal su andadura cuatro años después con la publicación de Psytraxx y Starbike. Al poco tiempo de desvirgarse en el mercado con su nuevo nombre, la casa londinense, que también pasó a operar en el oeste americano, liaba el taco con Fairlight: A Prelude ¡Qué vamos a decir de este juego que no se haya dicho ya! Pues bien, ese mismo año en el que Bo Jangeborg deslumbró con su juego, The Edge ampliaba su catálogo con otros títulos. Todo esto viene a colación de la participación en casi todos ellos, incluido Fairlight, de Jack Wilkes, quizá el miembro más prolífico de entre los que crearon el juego que hoy repaso: That’s The Spirit.
Wilkes compartió tareas junto a Simon Lipowicz y Andrew Blazdell. Reflex Arc fue el nombre bajo el cual se ocultó este trío de programadores. Exceptuando a Wilkes, Lipowicz y Blazdell tuvieron un paso efímero por la producción de juegos para Spectrum, siendo este juego su única participación en tales menesteres. Aunque lo mejor de Wilkes aún estaba por llegar, ya en 1985 había talento suficiente como para plantear una original videoaventura como ésta. Su historia también es novedosa y singular. En 1996, ahora pasado entonces futuro, la densidad demográfica estaba por encima de niveles permitidos, se crearon nuevos núcleos poblacionales de modo que el recién formado Consejo Mundial decidió darle el nombre de Nueva York a todas las nuevas ciudades. Así nadie tendría que comerse el coco recordando el nombre de otras ciudades ¿»Inteligente» idea no? Pues bien, a la par que la población aumentaba también lo hacía el censo de fantasmas. Y aquí estamos nosotros, un cazador de fantasmas en la que parece ser la Nueva York original tratando de obedecer ordenes del gobierno para reducir el número de espíritus. Una argumento de lo más chalado y retorcido, pero nada más alejado de otros igualmente alucinantes.
En nuestra loca aventura habremos de ingeniarnoslas para poder atrapar espectros que deambulan por la ciudad de aquí para allá así como otros episodios de caza paranormal. ¿Os acordáis del Ghostbusters de Activision? Aquí podremos rememorar parte de aquel gran título pero That’s The Spirit ofrece otras cosas. No estaría de más decir que hay parte de la saga Wally Week de Mikro-Gen en él, esto es, desarrollo con perspectiva lateral, mucha exploración y multitud de objetos para usar en lugares específicos. Pero este título es mucho más que eso.
Para empezar, la cinta original incluye una lista de comandos sobre el teclado de un gomas impreso para poder realizar todas las acciones disponibles que no son pocas, y es que hay hasta 19 teclas a utilizar para poder sujetar, conectar, coger, soltar, lanzar, cargar, salvar, hacer sonar, blasfemar, dormir, comer, beber, entrar, salir, disparar, comprar, leer, examinar o usar. Un sinfín de opciones que abre una amplia gama de posibilidades.
Imaginaos a un servidor en sus años mozos cargando este juego en una cinta con otros juegos sin instrucciones ni nada, avanzar así en el juego suponía un gran esfuerzo. Aunque parezca mentira es algo que uno echa de menos a veces, descubrir los juegos. ¡Pero espera que tengo las instrucciones por delante y tampoco se aclara mucho más la cosa! ¡Esto si que eran aventuras!
Nuestro agente comienza su andadura en la auténtica Nueva York y aunque no llegaremos a pisar el centro neurálgico de la ciudad americana si la divisaremos de fondo, en algunos casos con un inquietante 666 en algún que otro rascacielo. Sin embargo sí tendremos la oportunidad de visitar lugares muy típicos de la gran manzana como una estación de metro o una joyería Tiffany, o lugares más reconocibles como universidades, bancos, talleres de coches, centrales eléctricas, bibliotecas, parques, iglesias o el puerto. Por el camino no solo hemos de evitar o cazar espíritus, también hay que salvar obstáculos como animales o personas a los que tendremos que atender con algún objeto. Nada queda al azar en este juego.
La pantalla de juego está bien delimitada por varios displays. En la parte izquierda inferior se apilan en miniatura los objetos que vamos recogiendo por la ciudad y edificios. Justo a la derecha otro display ilustra el objeto seleccionado a mayor escala para que tengamos una idea de con qué tratamos. Luego tenemos dos barras de energía, una para la fatiga y otra para la cordura. En la primera nuestra resistencia se agota a medida que vamos recorriendo la ciudad y a menos que echemos una cabezadita llegará el momento en que tengamos que hacerlo por obligación, lapso de tiempo en el cual somos vulnerables a los fantasmas.
La cordura es básicamente nuestra «vida», si la perdemos pasaremos a engrosar el censo de espíritus neoyorquinos así que conviene mantenerse lejos de espectros y fenómenos paranormales. Por último y a la derecha del todo a modo de detalle nuestro detector de fantasmas nos pondrá en alerta cuando haya algún ente cercano (digo a modo de detalle porque los fantasmas ya los veremos en la pantalla de juego).
Ahondando en el juego ahora que dispongo de más información voy entendiendo mejor por qué en su día no completé más de dos pasos en la dirección correcta. Son numerosos los detalles puntillosos que hacen que podamos completar el juego, no solo el ingente número de acciones disponibles. Hay que saber combinar en el inventario algunos objetos para hacerlos funcionar. Por ejemplo, si en el inventario nuestra arma «atrapafantasmas» no está junto al generador de energía necesario para su funcionamiento no podremos hacer uso de ella.
La cantidad de objetos que nos encontraremos esparcidos por el mapeado no es pequeña. Por suerte podremos disponer de estos objetos a nuestro antojo, dejándolos en cualquier parte si en algún momento en concreto no nos hacen falta para recogerlos y usarlos más tarde.
Como buena videoaventura That’s The Spirit plantea bastantes situaciones en las que habrá que echarle un poco de ingenio para salir adelante pero no os alarméis por ello, hay una lógica a la hora de completar tareas, nada queda al azar como por ejemplo en algunos episodios de la saga Wally Week (con todos mis respetos para ella).
Quizá el aspecto visual no sea el fuerte del programa de The Edge, sus escenarios son más bien básicos pero dejar ver un acertado uso del color y algunos detalles como la transición noche/día. El sprite del protagonista a veces queda algo «empañado» por los fondos donde se mueve aunque nada grave que impida ver por donde vamos y qué ocurre. Dicho sprite tiene cierto aire al minero loco de Matthew Smith (algo más espigado y con gorra) y los gráficos aunque no elaborados en demasía se muestran más recargados con numerosos fondos paisajísticos que proporcionan una localización más exacta al jugador.
El control en That’s The Spirit es correcto sin más. A pesar del elevado número de teclas a controlar solo podremos mover a izquierda o derecha al agente. Quizá lo más desesperante sea el uso de la tecla para desplazar el selector en el inventario de objetos, se hace algo lento. Los movimientos en pantallas están conseguidos si bien no veremos demasiado ya que tan solo nuestro sprite, el de los fantasmas y el de algún animal/persona hará acto de presencia.
Si llegáis a darle una oportunidad a este título veréis que lleva un buen rato avanzar y completar todas las tareas, sin embargo ello no implica que la dificultad sea excesiva. Hay muchos retos, sí, hay muchos objetos, también, pero es fácil escapar de los fantasmas y tener la suficiente tranquilidad para explorar todos los recovecos del mapa para saber cómo y qué hacer en cada uno. Algunas de los misterios a resolver son algo más difíciles pero en general se puede completar un buen porcentaje del juego. La pena queda en la poca utilidad de las instrucciones que no aclaran, en mi opinión, lo suficiente como para hacer disfrutar al jugador al 100% de lo que se le propone.
Musicalmente That’s The Spirit es escaso, una escueta melodía en el menú de inicio será toda la música que oigamos. El juego es más pródigo en efectos si bien para ser honestos hay muchos de estos últimos, cuando nuestro sprite camina, cuando coge o suelta algo, cuando duerme, cuando atrapa un fantasma, etc. Dichos efectos no son de lo mejor que hayamos escuchado en un Spectrum pero la variedad se agradece a falta de melodía.
Es quizá la originalidad el punto fuerte de este juego. Siendo un juego de 1985 deja ver multitud de sabrosos detalles que llevarnos a la boca para ser una videoaventura tan lineal en su planteamiento: un sinfín de acciones disponibles; transiciones día/noche, algo que pudímos ver en no muchas videoaventuras (The Great Escape, Knight Lore, Where Time Stood Still, Nosferatu, …); recuperación voluntaria de energía mediante la correspondiente siesta callejera, la caza de fantasmas a los «Ghostbusters» o el uso de atajos vía metro son algunos ejemplos.
La verdad que el juego de The Edge no fue la típica videoaventura al uso. ZX Computing se lamentó en su día de las estériles instrucciones del programa lo que provocó un severo dolor de cabeza en el redactor responsable de hacer una review: «Es un juego para jugadores cerebrales y como tal es bastante difícil». Sinclair User remarca la cantidad de teclas a dominar así como la paciencia necesaria para saber usar los objetos (4/5). Your Spectrum vuelve a usar un término que Sinclair User también aplicó a este título: Aventura conversacional sin texto.
«Entender el juego no es fácil», es una de las pegas que pone ZX Spectrum Review en su análisis pero también defiende sus virtudes: «Es un juego atractivo, particularmente por sus opciones y ajustes además de un buen sonido […] Que lo consideres sutil o exasperante dependerá de tu actitud hacia el género» (4/5). Microhobby, curiosamente, fue de las publicaciones que más puntos otorgó a That’s The Spirit sin dejar tampoco de resaltar su dificultad: «Nos encontramos ante uno de los juegos más complicados y de difícil solución de los existentes hasta ahora en el mercado». Dificultad aparte la publicación española tampoco olvidó el sentido del humor que el programa a veces deja ver en determinadas partes del mismo.
De vuelta a la prensa británica Home Computing Weekly hizo valer lo que la publicidad del juego decía sobre él: «Te llevará meses acabarlo». Tal es así que su redactor no llegó a saborear demasiado el título (3/5): «Reseñar un juego no te permite resolver puzles como este en tan poco tiempo». Siguiendo con el tema Computer & Videogames viene a corroborar todo lo dicho anteriormente, falta de información para a ser una videoaventura con un nivel de exigencia alto. Crash tuvo buenas palabras hacía la videoaventura de Wilkes y compañía: «Es un juego aceptable, ingenioso y que se deja jugar fácilmente». Otro de sus redactores comparaba el título con el Dun Darach de Gargoyle Games (también publicado ese mismo año), dos títulos que ciertamente tienen muchas similitudes: «Creí que iba a ser un programa poco convincente pero tras cinco horas de intenso juego mi curiosidad puede conmigo, quiero averiguar como llegar más lejos». Por último el redactor encargado de desgranar el título de hoy para Computer Gamer no contó con el tiempo suficiente para saborearlo. A pesar de ello That’s The Spirit le dejó un buen sabor de boca como para puntuarlo con nota.
Una espinita más que me saco con esta review. La de años que descubrí esta videoaventura en una de esas cintas repletas de juegos y la de años que me pregunté, no solo sobre qué iba, sino cómo demonios jugarlo. La verdad es que me ha sorprendido gratamente lo que he aprendido sobre él. Aunque se hace algo lento merece la pena probarlo y explorarlo, deja algunas caladas sabrosas y profundas, y también por qué no decirlo «aterradoras» para la época, probad si no la tecla para blasfemar / decir palabrotas («swear»). Lo que entonces ocurría helaba la sangre hasta el más curtido jugón de Spectrum. Hasta la próxima chic@s. Salud y píxeles.
El juego de The Edge no fue la típica videoaventura al uso.
Gráficos - 70%
Movimiento - 68%
Sonido - 69%
Jugabilidad - 78%
Adicción - 78%
73%
Siendo un juego de 1985 deja ver multitud de sabrosos detalles que llevarnos a la boca para ser una videoaventura tan lineal en su planteamiento.
Recuerdo que este juego me impactó de pequeño. Es increíble la ambientación que conseguía, eso sí, lu jugaba mi hermano porque yo no tenía ni idea de cómo iba la cosa. Y el fantasmita del principio bailando al ritmo de la música con la mano levantada. Un detalle genial. Gran análisis como siempre Kidsaguf!
Qué grande este juego!
Siempre me ha encantado este juego. Una aventura con objetos para coger y usar, explorar mucho por ahí, fantasmas… los gráficos no son gran cosa pero a pesar de ello es un juego muy chulo! 🙂
Mi experiencia fue muy similar. El juego me intrigaba, sobre todo por lo cuidado de la presentación, se notaba que era largo y complejo, pero la falta de manual me frustraba completamente y lo dejaba.
Esta review es para mi la luz al final de un camino que tenía que recorrer 😀